Arturo Moscoso | Sabiduría en el trabajo
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Además, los jubilados del IESS tienen un mal servicio y una mayor expectativa de vida
Existen mitos sobre los trabajadores mayores: que son menos productivos, innovadores o que no se adaptan a la tecnología. Sin embargo, múltiples estudios desmienten estas creencias. Chip Conley, en Wisdom @ Work, argumenta que los empleados mayores son “mentores modernos”, capaces de aportar no solo experiencia, sino también estabilidad emocional y capacidad de liderazgo. Su presencia en el entorno laboral ayuda a cerrar la brecha generacional y fomenta un aprendizaje bidireccional. Como dice Yuval Noah Harari en Nexus, los mayores son los más hábiles y fuertes de su generación. Su experiencia, capacidad de resolución de problemas y disciplina son invaluables. La esperanza de vida ha aumentado, por lo que debemos fomentar su permanencia laboral. Esto beneficiaría también a los jóvenes, quienes aprenderían de ellos y tendrían más estabilidad. Incluir programas de mentoría y fomentar espacios colaborativos entre generaciones fortalecería a las organizaciones y la economía en su conjunto.
En Ecuador, con una población cada vez mayor, nos enfrentamos a una realidad laboral contradictoria. Pasamos veinticinco años estudiando para trabajar otros veinticinco, y luego nos esperan veinticinco años de jubilación con incertidumbre económica. La prolongación de la esperanza de vida hace que este modelo sea insostenible, y la falta de reformas adecuadas en el Código de Trabajo y en la Constitución agravan el desafío.
El sistema laboral es inflexible y la obligatoriedad de la jubilación patronal, vigente antes de la existencia del IESS, fuerza despidos porque muchos negocios no pueden costearla. Esto afecta tanto a los empleados, que pierden su sustento, como a las empresas, que pierden talentos valiosos, por lo que es importante eliminar la jubilación patronal para sostener los empleos de los trabajadores más capacitados.
Además, los jubilados del IESS tienen un mal servicio y una mayor expectativa de vida, por lo que también hay que reformar el modelo de la seguridad social planteado en la Constitución, permitiendo la libre competencia de administradoras de fondos de pensión y eliminando el monopolio estatal. Así mejoraremos la calidad de vida y sostendremos empleos adecuados.