Arturo Moscoso: Es siempre, no solo cuando conviene
Responder con censura o represión no solo es injusto, sino también peligroso, muy peligroso, para todos
Es frustrante tener que repetirlo siempre, pero a muchos se les olvida que la libertad de expresión es un pilar fundamental de la democracia. Incluso cuando una persona que se autocalifica de periodista, es sesgada, mediocre o usa cualquier crítica para victimizarse, se debe respetar su derecho a expresarse. Atacar al Gobierno, aunque sea de manera constante y con una clara agenda política, es parte de este derecho, porque no solo protege las opiniones valiosas o acertadas, sino también aquellas con las que estamos en desacuerdo o que nos resultan desagradables.
Es cierto que hacer una versión del Himno Nacional puede ser considerado irrespetuoso, especialmente si es torpe y se canta con una voz insoportablemente desafinada. Sin embargo, este acto no constituye un crimen (tal vez sí para los oídos, pero hasta ahí). La democracia incluye el derecho a usar formas simbólicas de protesta, aunque sean de mal gusto o inapropiadas. Penalizar a alguien por esto sería una violación de sus derechos fundamentales, como señala mucha jurisprudencia internacional.
Por otra parte, la defensa de la libertad de expresión debe ser constante y no selectiva. No se la puede defender solo cuando conviene o cuando las voces críticas coinciden con las opiniones propias. Durante el gobierno de Correa se deportó a Manuela Picq y a ciudadanos cubanos sin que a sus ‘minions’ se les moviera un pelo. Ahora se rasgan las vestiduras porque la víctima es su colega. Esta inconsistencia revela su hipocresía y doble rasero, y la instrumentalización que hacen de la democracia para sus fines. No se debe caer en lo mismo.
Es crucial comprender que la verdadera prueba de la libertad de expresión es la capacidad para defenderla incluso cuando disgusta lo que se dice. Esto implica aceptar que en una democracia saludable, todas las voces, sin importar lo antipáticas que puedan ser, tienen derecho a ser escuchadas. Esta es la esencia de una sociedad libre. Solo así se puede mantener un sistema robusto y genuino, que no solo tolere, sino que también celebre la diversidad de pensamiento y opinión. Responder con censura o represión no solo es injusto, sino también peligroso, muy peligroso, para todos.