Arturo Moscoso: El silencio y el ruido
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En este momento fundamental de la democracia, la reflexión debe imponerse sobre el ruido...
Hoy es día de elecciones. La campaña terminó y la decisión está en manos de los votantes. En este momento fundamental de la democracia, la reflexión debe imponerse sobre el ruido, y el silencio electoral debería permitirnos pensar bien antes de votar.
Así que, en lugar de hablar de política local, hablemos de historia. Desde hace algún tiempo, algunos sectores de la extrema derecha han descubierto una ‘verdad’ que el resto del mundo ignoraba: que el nazismo era de izquierda. Sí, así como lo lee. No lo digo yo, lo dicen expertos como Javier Milei, quien en una reciente entrevista proclamaba con solemnidad que “el nazismo es socialismo porque se llama nacional socialismo”. Con esa lógica, la República Democrática de Corea, por ejemplo, debe ser un paraíso de libertades.
La realidad es clara: el nazismo fue un régimen ultranacionalista, totalitario, racista y, sí, antisocialista. Hitler no solo persiguió a socialistas y comunistas desde el primer día, sino que estableció un Estado corporativista aliado con grandes empresas y capitalistas. De izquierda, ni un pelo. Pero, claro, cuando se trata de posverdad, la historia es solo una herramienta más en la batalla política.
Ahora, esto no es un blanqueo de la izquierda, que tiene su propio historial de horrores. Nadie con dos dedos de frente va a negar los crímenes del estalinismo, del maoísmo o de otras dictaduras que, en nombre de la igualdad, se convirtieron en regímenes brutales. Pero confundir fascismo con socialismo porque ambos usan la palabra “social” es, como mínimo, ridículo. Es como decir que los liberales quieren liberar a todo el mundo de pagar impuestos (ridiculez que afirman los libertarios).
Pero ¿por qué insistir con esta narrativa? Simple: porque los que hoy defienden posturas ultraconservadoras, con guiños al autoritarismo, necesitan despegarse del fantasma del fascismo. Nada mejor que decir: “Nosotros no somos, son ellos”. Y así, con el suficiente ruido mediático, tal vez hasta logren que alguien lo crea.
Así que, en este día de elecciones, que reine el silencio electoral… y que no nos vendan el ruido.