Arturo Moscoso: Los zapatos del presidente
La próxima vez que Noboa elija sus zapatos, tal vez debería considerar unos que realmente combinen con sus acciones
En su reciente Informe a la Nación, el presidente Noboa sorprendió, no por su estilo poco comunicativo, que ya es marca de la casa, sino por su elección de calzado. Es que los zapatos, aparentemente muy caros, no lograron el toque de sofisticación que se esperaría de un líder de la nación. Al contrario, parecían demasiado estrafalarios para la seriedad del evento. Tal vez sean la metáfora perfecta para describir la dificultad de llenar los zapatos presidenciales en Ecuador.
En su discurso, Noboa destacó sus logros en infraestructura, desarrollo económico y recuperación institucional, pero muchas de sus cifras no parecen coincidir con la realidad. ¿Será que los zapatos también están un poco grandes para él? O, tal vez, simplemente son muy difíciles de llenar.
El presidente afirmó, entre otras cosas, haber creado 105.000 empleos para jóvenes o haber reducido el riesgo país en 1.000 puntos. Parecen logros impresionantes. Sin embargo, en el día a día, los ciudadanos aún enfrentan una economía estancada y falta de oportunidades laborales, sin mencionar la debilidad institucional o el control de la violencia. Y es que los zapatos de la presidencia requieren más que un buen lustre y una etiqueta de lujo; necesitan de contenido sustancial, algo que parece que aún le falta a su gestión.
Con cada paso, Noboa intenta demostrar que está a la altura de las expectativas, pero parece que la forma y el fondo no siempre coinciden. Los números pueden brillar en el papel, pero la realidad de los ecuatorianos parece contar otra historia. Gobernar un país no es solo cuestión de imagen, es un desafío constante de legitimidad, eficacia y respeto por el estado de derecho y la democracia. Y es en este contexto donde los zapatos, caros o no, deben ser adecuados para la ardua tarea de dirigir una nación.
La próxima vez que Noboa elija sus zapatos, tal vez debería considerar unos que realmente combinen con sus acciones y promesas. Hasta entonces, seguiremos observando cómo se esfuerza por no tropezar con sus propios pasos en el complicado camino de gobernar. Ay, los zapatos del presidente.