Arturo Moscoso Moreno | Las mafias en la Asamblea
Pero quizás su mayor desafío es el de no caer en lo mismo.
El presidente Noboa no ha dicho nada nuevo, pero eso no le quita razón. En Ecuador, las mafias no solo se esconden tras las sombras. También tienen representación política, se visten de traje y se sientan en curules. Y no estamos hablando únicamente de carteles de drogas. Ciertas mafias en Ecuador tienen nombre y logo: son partidos y movimientos políticos que operan con las mismas dinámicas que las organizaciones criminales, con un capo que decide todo y acciones orientadas a proteger sus propios intereses y los de sus allegados.
Así, no trabajan para la ciudadanía, sino para blindarse a sí mismas, asegurarse el control de instituciones como la Fiscalía, la Contraloría y otros organismos de fiscalización, y, sobre todo, garantizar impunidad a sus líderes. Ahí está, por ejemplo, el caso de ese movimiento que violó descaradamente la ley y, en última instancia, engañó a la ciudadanía al hacer campaña electoral de manera evidente para llegar al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS). Por ahora les han puesto un pare. Esperemos que la ley impere y se ratifique su destitución.
Estas mafias políticas no son nuevas, pero su audacia ha crecido con los años. Antes intentaban esconder sus verdaderos intereses, pero hoy lo hacen con una desvergüenza que espanta. Sabemos bien que su meta no es trabajar para el bienestar del pueblo, sino consolidar su control sobre las instituciones del país. Además, es un círculo vicioso en el que los mismos grupos que deberían fiscalizarse entre sí se tapan unos a otros, garantizando que la impunidad siga campeando.
De esta forma, el reto para el presidente Noboa es monumental. No solo tiene que lidiar con el crimen organizado en las calles, sino también con estos partidos que, operando como mafias, buscan volver a cooptar las instituciones políticas para mantener su poder y proteger a sus líderes.
Pero quizás su mayor desafío es el de no caer en lo mismo. Porque para enfrentar estas mafias políticas, Noboa debe evitar las tentaciones del poder absoluto y no dejar que su gobierno se convierta en aquello que hoy critica.