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Arturo Moscoso Moreno | ¿Otra oportunidad perdida?

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Así que, ¿es esta una nueva oportunidad para Ecuador o simplemente otro capítulo en una larga serie de decepciones?

La historia política reciente de nuestro país ha sido un subibaja de esperanzas y desilusiones. El gobierno de Rafael Correa contó con un respaldo arrollador, prometiendo una transformación radical que muchos anhelaban. Sin embargo, a pesar de los elevados ingresos y una inversión pública sin precedentes, esa promesa de cambio se diluyó en un régimen autoritario, sumado a la ‘pax narca’ aparentemente pactada.

Más tarde, Guillermo Lasso se presentó como una nueva oportunidad frente al autoritarismo. Su gobierno comenzó con la promesa de una renovación, destacándose la exitosa campaña de vacunación contra el COVID-19, algo pocas veces visto en un país donde la aplicación de políticas públicas generalmente es un desastre. No obstante, esta luz de esperanza pronto se apagó y su administración se desmoronó bajo sus propias contradicciones.

Es paradójico que Lenín Moreno, sucesor y heredero de Correa, y que triunfó en un contexto de expectativas moderadas, haya sido, a pesar de sus numerosos fracasos, quien hizo el mayor esfuerzo para reinstitucionalizar parcialmente el país. Este intento de reconstruir la confianza en las instituciones fue un paso necesario, aunque insuficiente, para sanar las heridas del correato.

Ahora es Daniel Noboa, un líder que nadie esperaba, el foco de las expectativas y esperanzas de los ecuatorianos, lo que explica su alta popularidad. Sin embargo, sus recientes acciones levantan alarmas. La invasión de la embajada de México, su feroz rechazo a las críticas y la preocupante mezcla de intereses públicos y privados sugieren un desvío hacia el autoritarismo que el país no puede permitirse.

En un momento en que la confianza en las instituciones y en la democracia se encuentra en un punto crítico, Noboa tiene una oportunidad única. Debe resistir la tentación del poder absoluto y, en su lugar, usar su popularidad para fortalecer la democracia, fomentar la transparencia y restaurar la confianza ciudadana. Ecuador necesita un líder que se distinga de sus predecesores autoritarios y abrace los principios democráticos con firmeza. Así que, ¿es esta una nueva oportunidad para Ecuador o simplemente otro capítulo en una larga serie de decepciones?