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Arturo Moscoso Moreno | Que nuestros votos cuenten

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Porque, al final del día, todos queremos creer que nuestros votos cuentan

Desde 2004 la confianza en las elecciones ecuatorianas ha caído en picada. Según el Barómetro de las Américas, en ese año más del 60 % de los ecuatorianos confiaban en sus procesos electorales. Hoy solo uno de cada cuatro lo hace. Un declive que inició en los oscuros días de los Consejos Nacionales Electorales cooptados por el correísmo, cuando la manipulación y las irregularidades eran el pan de cada día, y que el actual Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha sido capaz de detener, peor revertir.

Y es que el actual CNE ha cosechado un cúmulo de críticas relativas a su falta de transparencia y eficiencia. Se ha mostrado incapaz, por ejemplo, de controlar el gasto anticipado o el uso excesivo de recursos públicos en las campañas. Con la confianza en las instituciones electorales en su punto más bajo, es imperativo un cambio. Así, la renovación del CNE no solo es una obligación constitucional, sino una necesidad urgente para restaurar la fe ciudadana.

Por eso el proceso de selección de nuevos miembros del CNE, iniciado por el Cpccs, debe ser transparente como el cristal. Sin embargo, este inútil y pernicioso organismo lleva a cuestas constantes fracasos en los concursos que organiza, lo que pone en duda su capacidad para llevar éste de manera efectiva. Y esto es grave porque es una oportunidad de oro para establecer un CNE confiable, capaz de organizar elecciones libres y justas, algo así como un unicornio en nuestra política. Lo que, además, debe ir acompañado de reformas al Código de la Democracia, que mejoren el control electoral.

Es que la confianza no se gana con promesas vacías ni discursos grandilocuentes. Se lo hace con acciones concretas. Un CNE renovado con las mejores personas y verdaderamente independiente puede ser la vía. La historia nos ha mostrado que sin confianza en el sistema electoral, la legitimidad de nuestra democracia se ve gravemente comprometida.

Ojalá Ecuador pueda recuperar su fe en las instituciones democráticas. La renovación del CNE podría ser un primer paso, asegurando que las futuras elecciones reflejen la voluntad del pueblo y no las artimañas de unos cuantos. Porque, al final del día, todos queremos creer que nuestros votos cuentan.