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La justicia por los suelos

Avatar del Arturo Moscoso Moreno

La justicia ecuatoriana está por los suelos, deteriorada por la concentración de poder en el CJ y la dudosa probidad de algunos jueces

El disparatado entramado institucional de la Constitución de 2008 y la posterior Consulta Popular de 2011, mediante la cual se le “metió las manos a la Justicia”, convirtieron al Consejo de la Judicatura, órgano meramente administrativo, en un poderoso verdugo de ésta.

Ello se ha evidenciado nuevamente en las últimas actuaciones de la mayoría de sus miembros. No solo destituyen jueces a su merced, sino que también prorrogan sus funciones, ignorando por completo la Constitución y la Ley. ¿Dónde queda la independencia judicial cuando un organismo administrativo tiene este poder?

También, gracias a ese mismo desafortunado diseño institucional, tenemos a jueces que, pese a los esfuerzos de la Corte Constitucional por evitarlo, otorgan medidas de protección constitucionales como si regalaran caramelos. Incluso hay uno que pretende que se revisen las actuaciones del CPCCS transitorio, blindadas no solo por decisión de la CC, sino por voluntad de la mayoría de ecuatorianos. Ojalá haya medidas ejemplificadoras en contra de ese juez y de los funcionarios que solicitaron la medida.

Para colmo de males, la preocupación se agudiza cuando se observa a jueces, cuya preparación y probidad son motivo de duda, tomar decisiones que resultan en la liberación de delincuentes y narcotraficantes. Este fenómeno plantea serias interrogantes sobre la integridad del sistema judicial y la posible infiltración del narcotráfico en sus instancias.

Así, la desconfianza en la justicia ha permeado en la ciudadanía, lo que ha erosionado la confianza interpersonal y ha alimentado la insatisfacción con la democracia.

La gente siente impotencia frente a un sistema percibido como corrupto y manipulado, lo que tiene efectos gravísimos sobre la cohesión social y la institucionalidad democrática.

La justicia ecuatoriana está por los suelos, deteriorada por la concentración de poder en el Consejo de la Judicatura y la dudosa probidad de algunos jueces. ¿Será que quien gane las próximas elecciones tendrá la voluntad política y el apoyo para levantarla o preferirá perpetuar lo que ahora vivimos?