Bernardo Tobar Carrión: Eslabones misteriosos

Pasarán años para que se aquilate a Benedicto como el gran renovador intelectual de la Iglesia
Como libertario confieso que me ha abandonado la perplejidad ante muchas palabras y acciones del papa Francisco. Esta misma columna la inicié con una idea y terminó con una muy distinta. El Vaticano no solo busca un sucesor papable, sino también un líder adecuado al desafío que enfrenta la Iglesia en su momento. Jorge Mario Bergoglio fue elegido en el 2013 para sacudir la administración del Vaticano, objetivo alcanzado, y propiciar el sínodo en la génesis doctrinal, empeño que tuvo avance parcial, dada la oposición de las iglesias periféricas a sus iniciativas más heterodoxas, contenidas en Fiducia Supplicans.
No fue un teólogo e incluso rehusó defender la doctrina por la mera salud doctrinaria. Su énfasis estuvo en la acción, en una iglesia que sale y se abre a todos, donde no hay parias. Excepto, podría pensarse, los triunfadores del mercado libre, al que critica en su encíclica Fratelli Tutti. La tentación por instrumentalizar políticamente al prelado máximo, en un sentido u otro, ha llevado a muchos a ver en este documento un ideario izquierdista, pero mirado sin pasión ni prejuicio es un exhorto por la libertad, la identidad y la dignidad de la persona humana, principios antagónicos de cualquier colectivismo.
Si pasamos de la teoría a las acciones, se le ha criticado su mano extendida a otras creencias y su apoyo a la bendición no litúrgica de divorciados y parejas fuera de la ortodoxia, pero quien inició el acercamiento ecuménico y dijo que las religiones son diversos caminos en una montaña para aproximarse a la misma cima fue Benedicto XVI, y también fue él quien puso bajo nueva luz el concepto del pecado y el dilema maniqueo de la salvación, modificando el centro de gravedad del dogma en su inigualable profundidad teológica. Pasarán años para que se aquilate a Benedicto como el gran renovador intelectual de la Iglesia, y a Francisco, como alguien que llevó esas ideas a la acción concreta. Aquél, profundizando en las raíces; éste, alcanzando los frutos a los simples peregrinos.
Con criterios humanos nos cuesta comprender el misterio de eslabones de signo contrario enlazados hacia un mismo fin; cómo, nos preguntamos, la obra de un papa de cierta inclinación puede fructificar sobre el legado de otro de inclinación opuesta, y nos responde Juan en 13:7 citando al Señor: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después”.