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Bernardo Tobar Carrión | La locura y la ironía

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Gorbachov aceptó la reunificación de Alemania a cambio de que la OTAN no se expandiera hacia Europa del este

Antes de partir lanzas ante las ejecutorias de Trump respecto a Ucrania, harían bien los analistas en informarse. Como relata Jeffrey Sacks, cuyas credenciales son incuestionables, Gorbachov aceptó la reunificación de Alemania a cambio de que la OTAN no se expandiera hacia Europa del este. En 1994 Clinton, renegando del compromiso, aprobó un plan de expansión de la OTAN y en 2002 Estados Unidos terminó unilateralmente el Tratado de Misiles Antibalísticos con Rusia para avanzar con la instalación de bases en Polonia y Rumanía, a pocos minutos en tiempo-misil de Moscú. En 2014 una operación orquestada desde ultramar derrocó a Yanukovich e instaló en Kiev un gobierno dócil a las pretensiones de Occidente. Ucrania continuó dando pasos para formar parte de la Alianza Atlántica hasta lograr en 2020 el estatus de “socio con oportunidades mejoradas”, obligándose a conformar sus sistemas de defensa a las especificaciones OTAN, léase a adquirir equipos militares de las empresas enchufadas a los dos lados del Atlántico. Ante la inminente consumación de una OTAN con bases próximas a la frontera rusa, Putin propuso en 2021 un acuerdo que evitaría el conflicto y Zelenski estuvo a punto de firmarlo; Biden y su par de Londres, sin embargo, le disuadieron, garantizándole apoyo para la guerra, que se desató en 2022.

La maquinaria de medios controlada por la izquierda -y aceitada por USAID, como ahora sabemos- empujó la narrativa de un Putin invasor, llevado por puro capricho imperialista, el Goliat que abusa de David, escamoteando con esta cortina de humo la otra historia y su motivación, la que no se cuenta: la de un puñado de empresas de armamento, contratistas y sus operadores políticos que han lucrado copiosamente de una guerra que incitaron y no quieren por nada del mundo que acabe. Para dimensionar el tinglado, los fondos que los miembros de la OTAN han destinado a la aventura belicista duplican el PIB anual que tuvo Ucrania en 2021. Y hasta el propio Zelenski afirma que solo le ha llegado la cuarta parte. ¿Adónde fueron los otros 300 billones?

Y está el balance más grave, el que no tiene reparación, un millón de muertos y contando, a cuyas familias nadie les pregunta si quieren seguir la guerra, ¿qué dirían? Alguien tenía que detener esta locura y la ironía es que llaman loco, impredecible, peligroso, al que la detiene, cumpliendo a la letra una oferta de campaña.