Bernardo Tobar Carrión | Reflexión vs. narrativa
En el socialismo la persona no es central ni libre, pues se ha transado esa libertad en aras del bienestar colectivo...
Me preguntaron cómo definía a Giorgia Meloni. Como un faro de libertad, dije, una de tres mosqueteros que por lo pronto encabezan una cruzada por el sentido común en la Europa que no fue soviética. Me contradice la narrativa, que la califica de neofascista, abanderada de la ultraderecha intolerante. Narrativa progre, maniquea y contradictoria en sí misma, pues libertad y fascismo son irreconciliables. Y libertad y tolerancia son dos caras de la misma moneda.
Si en lugar de prestarle oídos a la narrativa y su eco en Wikipedia consultáramos a la fuente, fresco sigue el reciente discurso de la gobernante italiana en Nueva York: defendió un sistema de valores donde la persona es central, hombres y mujeres son iguales y libres, la vida es sagrada, el gobierno es democrático, el Estado es laico e impera la regla de derecho. Esta es la esencia de la identidad de Occidente, síntesis del aporte de la filosofía griega, el derecho romano y el humanismo cristiano, anotó. Añado que, si el libre albedrío no tuviese rango sobrenatural, quedaría reducido al derecho positivo, a mayorías cambiantes.
En el socialismo la persona no es central ni libre, pues se ha transado esa libertad en aras del bienestar colectivo y la tutoría pública; el Estado no es laico, solo ha adoptado un distinto credo, como el ‘sumak kawsay’ andino o la intocable construcción Woke, dogmas que pretenden imponerse a capa y espada, ¡en nombre de la tolerancia!; tampoco es democrático, que la erosión de la libertad exige gobiernos autoritarios, esos sí fascistas; y suplanta el imperio de la ley con el régimen de los derechos y luego el capricho del dictador, porque así terminan siempre estas historias.
En Estados Unidos, que llegó a ser el bastión de ese humanismo cristiano y de sus mayores legados, la libertad, el mérito individual y la familia, en suma el ‘sueño americano’, se han trastocado tanto los valores que el derecho al aborto, la censura a la información y el colectivismo igualitario son elementos salientes de una de las campañas presidenciales. Meloni tiene razón cuando dice que está en riesgo la supervivencia de la identidad de Occidente. En 1994 ya lo advirtió la Madre Teresa en su célebre alocución en Washington: “el aborto es el mayor destructor de la paz… Si aceptamos que la madre puede asesinar a su propio hijo, ¿cómo le podemos decir a otra gente que no se mate entre sí?”