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Bernardo Tobar: El efecto Milei

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Milei ha pateado este tablero y ha llevado el juego a un terreno diferente, para el que no ofrecen respuesta los manuales de política...

Milei tiene descolocado al ‘establishment’ de Argentina y de buena parte del mundo occidental. No lo vieron venir, en parte porque el debate político había estado reducido a esa disyuntiva maniquea, rancia, de izquierda y derecha -y el llamado centro, que no es chicha ni limonada-, categorías que discrepan acerca del grado de intervención del Estado, pero dan por descontada su necesidad. Es un tablero político para el ajedrez entre blancos y negros, que parecen haber coincidido en la preservación del tablero y en su expansión constante, pues el Estado ha crecido como un parásito insaciable por doquier, sin importar el signo de los políticos de turno, hasta alcanzar la omnipresencia de un elefante en la sala, incapacitado por su hipertrofia para moverse al ritmo de los tiempos, aunque inigualable en su poder para desatar guerras, devaluar la moneda de los ciudadanos y entorpecerles su tránsito por la vida con la trampa del permiso previo para casi todo.

Milei ha pateado este tablero y ha llevado el juego a un terreno diferente, para el que no ofrecen respuesta los manuales de política, cualquiera su orientación, y que parte de la defensa de la libertad individual como el objetivo más alto y el señalamiento del Estado como su mayor enemigo. Esta tesis, más libertaria que liberal, no es nueva. Kant acusó la falta de autogobierno que induce a las personas a someterse al yugo de la autoridad, noción que desarrolló Eric Fromm desde la psicología en su ensayo El miedo a la libertad. Nietzsche calificó al Estado como una invención tramposa de hombres destructivos para atrapar multitudes, advertencia en línea con la de Hayek en ‘The Road to Serfdom’. Pero es quizás Isaiah Berlin, en su obra ‘Freedom and its Betrayal’, quien ilustró, con inigualable contundencia argumental, cómo la fabricación de la soberanía popular depositada en los poderes estatales conducía a la erosión de la libertad individual, despejando la vía al socialismo.

La novedad en Milei está en su estilo de comunicación, frontal y audaz, y en haber llevado desde las páginas libertarias al plano concreto de la lucha política, adaptándolas al momento y al lugar, unas ideas desconocidas para el gran público y relegadas por buena parte de la academia, dominada por la izquierda. Este efecto perdurará cualquiera sea el resultado electoral.