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Bernardo Tobar: Muletillas

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No es la única muletilla urdida con el mismo fin inquisidor y totalitario

Si del control de masas se trata, ¿qué podría ser más eficaz que infundir el temor del fin del planeta si no se ponen en práctica, como si se tratara de un catecismo, los mandamientos para contrarrestar la amenaza? Genial estrategia si los autores del embuste cuentan, además, con influencia sobre una proporción gravitante de los medios de comunicación, los canales de expresión cultural y los púlpitos educativos, dominios que la internacional socialista lleva décadas colonizando. La muletilla del cambio climático ha funcionado como el infierno bíblico en el medioevo para someter a los herejes, mientras los chupacirios del nuevo y secular culto aumentan tributos, censuran disidentes y expanden el brazo interventor del aparato público.

No es la única muletilla urdida con el mismo fin inquisidor y totalitario; está la igualdad material, el comercio justo o la justicia social, que significan, en su orden, condena al mérito, al mercado y a la propiedad. En realidad, más que muletillas son jaculatorias dogmáticas, recitadas en tono admonitorio, zanjando así todo contrapunto, que sistemáticamente evaden. Hay que admitirlo, han tenido mucho acierto en idear los estribillos, sonoros como canto de sirena, pegajosos como miel fresca y razonables en su literalidad para las audiencias desprevenidas. ¿Qué puede haber de objetable en dotar de justicia al comercio? Pues que comercio, sin más, preserva la autonomía de las partes para determinar la equidad de su intercambio; lo de justo, por contraste, abre la puerta para que la autoridad defina el precio o la utilidad que se le antoja razonable, distorsionando el sistema de riesgos e incentivos del mercado y originando más problemas que los que pretende resolver. Por algo han fracasado estas fórmulas donde las han aplicado.

Y qué decir de la antinomia inherente del delito de odio, bordón que ha probado su absurdo en el Reino Unido, donde un mensaje contra el asesino musulmán de tres menores de edad fue suficiente para que actúe la justicia… ¡contra los autores del mensaje! Este tipo penal de reciente cuño es la herramienta favorita de la izquierda, la que permite a los gobiernos censurar y asegurar la sumisión a la narrativa, amén de amoldar la dinámica cultural a una neutralidad asfixiante, a una hipersensibilidad irrespirable, apta para meapilas e hipócritas, donde vale todo menos la defensa de los propios valores.