Premium

Bernardo Tobar: Rojos o azules

Avatar del Bernardo Tobar

Esta encrucijada confluye en un punto crítico del ciclo geopolítico

La próxima elección presidencial en Estados Unidos será decisiva. Y lo será para todo el hemisferio, cuya salud depende en buena medida de lo que pase en la Casa Blanca, por varias razones obvias y otras, no tanto. Es el norteamericano, para la gran mayoría de países al sur de Río Grande, el principal mercado de exportaciones y de capitales, origen de nuevas tecnologías y de la moneda en que se expresa la deuda, el ahorro y el comercio internacional. Nada de esto es nuevo, se dirá, y el dilema político debería ser el de siempre, republicanos o demócratas.

Pero ya no lo es. Estados Unidos se ha fracturado y polarizado, y el juego político entre rojos y azules, que antes coincidían en el ingrediente del plato principal y discrepaban sobre el punto de cocción y las guarniciones, hoy pasa por antagonismos sustanciales, de esos que en América Latina surgen entre liberales y estatistas, agravados por modas progre que socavan la familia y la cultura desde su médula. Esta encrucijada confluye en un punto crítico del ciclo geopolítico, pues hay señales propias de una sociedad decadente, y síntomas de una primera potencia camino de convertirse en la segunda. Solo la historia dirá si la tendencia logra revertirse o si ya es cuestión de tiempo para que Pekín se corone con su cultura de partido único, de verdad oficial inobjetable. Oscuro panorama para los valores democráticos. Y para el dólar.

Las señales del fin de una era incluyen una deuda gigante, de la mano de la desenfrenada impresión monetaria -pan para hoy, hambre y burbujas para mañana-, la reducida participación en el comercio internacional, guerras costosísimas y contraproducentes, la pérdida de caros valores culturales, denigrados por la penetración progre en el sistema educativo y en la inescrutable maquinaria burocrática. Hasta el diálogo político de la que fuera hasta hace pocos años ejemplo de una democracia madura ha adquirido tufo y sustancia tercermundistas.

Personalidades e histrionismos aparte, que sobran en cada bando, la opción republicana plantea alto y claro más libertad, menos gobierno, menos impuestos, menos guerras, revalorizar el mérito individual, pilar del moribundo sueño americano y casi un delito para el colectivismo inclusivo, y frenar la agenda 2030, manual del totalitarismo global. La alternativa demócrata plantea lo opuesto, mantener el curso. Hasta dar con el iceberg.