Bernardo Tobar | Supervivencia del más apto
Es conocida la influencia de los Medici en la política y arte de Italia, de los Fugger en el Sacro Imperio Romano Germánico
Los grandes cambios políticos suelen estar precedidos por iniciativas de mercado, no al revés. El inversionista Johann Fust financió a Gutenberg alrededor de 1440; un siglo después circulaban en Europa, gracias a la imprenta, los escritos de la Reforma así como los intentos oficiales de censura, que se concretaron en el Index Librorum Prohibitorum. Con excepciones, es la historia de siempre: la iniciativa libre empujando el progreso; la autoridad, entorpeciéndolo.
El primer ferrocarril en Estados Unidos se financió con la oferta pública de acciones y la posterior consolidación del sistema se logró a iniciativa del banquero J.P. Morgan. Es conocida la influencia de los Medici en la política y el arte de Italia, de los Fugger en el Sacro Imperio Romano Germánico o de los Rothschild en toda Europa. La East India Company contribuyó decisivamente a la expansión del imperio Británico a través del comercio. Hoy Elon Musk abre la conquista del espacio con ejecutorias que ni los bolsillos sin fondo de la NASA habían logrado. Es natural. Los visionarios, precisamente por serlo, no suelen hacer carrera en los territorios delimitados de la política, donde se interpreta y se respeta la corriente social; al contrario, se sienten más cómodos en las aguas sin cartografía de la innovación empresarial, donde se toman riesgos y se navega contra corriente.
Quienes aplaudían las secretas donaciones de Soros y su grey en Davos a las agendas globalistas, quiebran lanzas ante la influencia del fundador de SpaceX en la política norteamericana y su abierta cruzada contra el socialismo en Europa. Pero en esto no hay nada nuevo; guste o no, es prueba de la vigencia renovada de la ley de supervivencia del más apto, tan inderogable como la ley física de la gravedad. A diferencia de la carrera política, que usualmente pasa por mentirle al votante, parasitar de la cosa pública y manipular los hilos del Leviatán a costa del dinero ajeno, en el mercado la regla es la opuesta: no hay permanencia ni crecimiento sin arriesgar el dinero propio y sin conquistar la preferencia del mercado sobre la base de ofertas cumplidas y experiencias satisfactorias, generando en el proceso oportunidades de empleo y desarrollo humano, la mayor obra social posible.
Quienes han tenido el mérito para progresar en el inclemente territorio de la competencia empresarial están llamados, más que nadie, a levantar la voz.