Estado de derecho o narco-Estado

Con la Asamblea disuelta se ha trasladado el debate acerca del futuro del Ecuador nuevamente a la gente.
En varios países de América Latina el socialismo tomó el camino de las armas para hacerse con el poder, y su revolución la sufragaban con secuestros y extorsiones. Cuando estos movimientos terroristas no fueron temprana y contundentemente combatidos, fue cuestión de tiempo para que pactaran con los carteles de la droga, que hoy financian y dirigen, tras bastidores, a un buen número de operadores políticos que tercian en elecciones portando banderas progres, a través de los cuales aseguran que el negocio florezca mientras boicotean, desde adentro, los esfuerzos de las instituciones por combatir el crimen. A esto se refería Francisco Huerta Montalvo, QEPD, cuando denunció hace más de 10 años que Ecuador se estaba convirtiendo en un narco-Estado. Hoy esto le resultará evidente a cualquiera que observe y conecte dos más dos.
Con más de 420 toneladas de droga incautadas durante el gobierno de Lasso, habría que ser muy ingenuo para ignorar la presencia de estas fuerzas oscuras detrás de los paros impulsados por Iza y sus huestes, y de los intentos de destitución al presidente por la Asamblea Nacional, el último de los cuales pasó por la más vergonzosa y nauseabunda exhibición de lo peor de la clase política en la historia del Ecuador.
Ha hecho bien el presidente en disolver la Asamblea, convertida, junto al movimiento indígena, en el peor enemigo del progreso del país, destructores de cuanto hallan a su paso e incapaces de plantear iniciativas en beneficio nacional, pues las reformas legales críticas las bloquearon sistemáticamente. Con la Asamblea disuelta se ha trasladado el debate acerca del futuro del Ecuador nuevamente a la gente. No es ideal, pues está visto que las mayorías se equivocan casi siempre y aciertan casi nunca, pero el país no hubiera aguantado mucho tiempo más bajo el capricho de unos asambleístas que no logran pronunciar ni su propio nombre sin faltas, y de sus inefables titiriteros.
Queda el Ecuador ante una encrucijada histórica: en la próxima elección no se escogerá entre derecha o izquierda, entre libertad o autoritarismo. Será la batalla política que defina si logramos rescatar un Ecuador democrático o capitulamos a las mafias. Estado de derecho o narco-Estado, esta es la disyuntiva. ¿Serán capaces los aspirantes por la línea de un país libre y democrático de deponer su vanidad en aras de un frente único?