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El Ecuador paralelo

Avatar del Bernardo Tobar

Y ahí están, en realidad, la mayoría de empresas ecuatorianas, que a pesar de todo el esfuerzo de los políticos y las instituciones públicas por destrozar al Ecuador, siguen imaginando un futuro, innovando, invirtiendo...

De tiempo en tiempo conviene recordar que no todo en Ecuador está teñido con la sangre que inunda los espacios noticiosos gracias a la pluma y voz de la crónica roja; ni tampoco está contagiada la sociedad entera con las cualidades que adornan nuestra política, cuyos más representativos actores exhiben tanta civilidad y altivo desprendimiento como una jauría de hienas muertas de hambre al acoso de una presa moribunda. El Ecuador es más que la pobre y vulgar caricatura en que se han convertido sus instituciones, cuyas cabezas, salvo las excepciones de rigor, dan todos los días cátedra de cómo asaltar la cosa pública: paros criminales, trapacerías, piscinazos, audios extorsivos, prestidigitación informática de votos, sentencias redactadas por Chucky7…

Mientras esto sucede en las diarias entregas del culebrón político, a expensas de los contribuyentes, hay en cada calle, barrio, provincia, decenas, miles, millones de ecuatorianos que pugnan cada día por salir adelante, por generar bienestar para sus familias, por hacer empresa, crear valor y seguir empujando esta sociedad hacia el futuro. Y lo hacen con trabajo, no con discursos; y lo hacen sin certezas, sin garantías, apostándolo todo a pesar de que la seguridad y el imperio de la ley tienen vigencia parcial, contingente.

Ahí está, por ejemplo, el sector agroindustrial, la primera víctima de la violencia instigada por la dirigencia indígena que paralizó esa industria y muchas otras durante semanas, y también la primera en ponerse nuevamente de pie y reanudar, contra viento y marea, el viaje por mantener y conquistar los mercados de exportación, de los que depende la vigencia del dólar, la piedra angular de la economía ecuatoriana. Y ahí están, en realidad, la mayoría de empresas ecuatorianas, que a pesar de todo el esfuerzo de los políticos y las instituciones públicas por destrozar al Ecuador, siguen imaginando un futuro, innovando, invirtiendo; continúan, en suma, produciendo la savia y el oxígeno que permiten a la sociedad seguir soñando con un mañana mejor.

Quienes hacen cada eslabón empresarial, esto es inversionistas, empleados, administradores, clientes, consumidores, proveedores, la academia dedicada a formar espíritus críticos e independientes, forjan cada día la cadena que mantiene todavía al país asido al futuro, impidiendo que se lo lleve al infierno el huracán de la narcopolítica.