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La fallida América Latina

Avatar del Bernardo Tobar

La gente, las empresas, las familias de Amerla no son fallidas. Lo son sus instituciones, pero también ciertos rasgos de su cultura

Dicen que migrar de país en América Latina ( ‘Amerla’) es tan útil para probar suerte como lo fue cambiarse de camarote en el Titanic. Esta región se caracteriza por su debilidad institucional, miseria política, corrupción, mercados reducidos y aislados, bajísima productividad, inseguridad, creciente penetración de los carteles, entre otros males, la mayoría autoinfligidos. De Venezuela, país con las mayores reservas de petróleo del mundo, huyeron millones de la pesadilla bolivariana, el sistema más eficaz de empobrecimiento masivo en la historia reciente. Argentina, otrora una de las economías más prósperas, produce hoy bastante menos que Suiza, no obstante tener una población cinco veces mayor y un territorio 67 veces más grande que ésta. En 2020 las seis economías más grandes de Amerla (Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú) generaron en conjunto menos PIB que Alemania.

Amerla es un continente fallido, bajo cualquier métrica, y los pocos países que hasta ayer parecían democracias estables y encaminadas, hoy tienen que dar pelea con uñas y dientes para resistir el embate de los carteles, la inseguridad y la izquierda fabricante de miseria. La brecha antes mencionada seguirá aumentando con la incorporación masiva de tecnologías exponenciales de las cuales apenas se habla en esta región. Conforme la inteligencia artificial gravite decisivamente en las sociedades, países como Estados Unidos, donde se han producido los desarrollos más notables en esta materia, volverán a tener el dominio indisputado de las relaciones internacionales. Pero Amerla, muy digna y soberana, ha menospreciado lazos con su vecino del norte para endeudarse con China.

La gente, las empresas, las familias de Amerla no son fallidas. Lo son sus instituciones, pero también ciertos rasgos de su cultura, pues a fin de cuentas la política y el poder son consecuencia de las taras y complejos colectivos. Los neoyorquinos, alemanes o ingleses no son más productivos que los latinoamericanos porque estudiaron en Harvard u Oxford. Lo son, sobre todo, porque no tienen las telarañas mentales que nos impiden, como pueblos, asumir actitud de conquista, hambre de logros extraordinarios, confianza en nuestras capacidades y la conciencia de una libertad individual con horizontes ilimitados. Estos son contravalores en la cultura de la medianía y el igualitarismo que flota en el ambiente.