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Inclusión financiera, desafío pendiente

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Muchos de los servicios auxiliares al sistema financiero, como pasarelas y botones de pago, ya funcionan bajo la normativa del COMF desde hace años

La Asamblea Nacional (AN) acaba de aprobar recientemente la denominada Ley Fintech, que no es otra cosa que la reforma a leyes existentes, sobre todo a las compiladas en el Código Orgánico Monetario y Financiero (COMF). Es un ejercicio de encajar materia nueva, conceptualmente circular, dentro de una caja de regulación vieja y cuadrada. Algo intentó el Ejecutivo componer a través del veto, ignorado olímpicamente por la AN, como ignora todo lo que sale de Carondelet.

Igual que ignoró la contribución de los operadores y emprendedores de empresas Fintech, de abogados entendidos en la materia y otros actores de esta industria, que pretendieron enderezar el proyecto. Desde hace algún tiempo se instaló en la cosa pública un complejo feudal del que no logran salir las instituciones, que lleva a la autoridad a normar para acrecentar su propio poder y supervivencia antes que para facilitar y proteger los intereses y necesidades de los vasallos a quienes impone su potestad de imperio. Y exactamente en eso resultan estos nuevos cuerpos legales: en la sujeción de actividades innovadoras, originadas en las posibilidades abiertas de las nuevas tecnologías, a las viejas y cerradas cajas regulatorias, concebidas para el tráfico analógico. Si para ilustrar asimilásemos las actividades Fintech a drones, lo que ha hecho la AN es regular estos bajo la lógica de la ley de tránsito terrestre.

Muchos de los servicios auxiliares al sistema financiero, como pasarelas y botones de pago, ya funcionan bajo la normativa del COMF desde hace años. Pero no hay norma que regule el mercado de activos nativos de Blockchain, vacío que la Ley Fintech omitió llenar, manteniendo en la incertidumbre del limbo regulatorio a todo el universo de las finanzas descentralizadas. En contraste, arrastró dentro de la caja regulatoria del COMF a actividades que no son financieras por definición, como el desarrollo de código Blockchain, las plataformas de comparación de precios y ciertas actividades de asesoría.

Fintech no es una industria etérea para iniciados en las nuevas tecnologías, sino la mayor puerta de entrada para la inclusión financiera a millones de personas que no logran acceso real a un pujante mercado de capitales y opciones de financiación que la banca tradicional no ofrece, por limitaciones estructurales. Esta es la oportunidad que la AN acaba de sepultar.