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Nuevas fronteras del saber

Avatar del Bernardo Tobar

La Inteligencia Artificial funciona a partir de lo conocido, de la repetición, pero no navega por aguas sin cartografía.

Desde hace siglos el patrón del ciclo vital ha consistido, con las excepciones y matices de toda generalización, en 20 años de formación y estudio, 40 años de partirse el lomo haciendo realidad aquello del pan con el sudor de la frente, y 15 de retiro. Cierro el ciclo en 75 años, promedio de la expectativa de vida actual.

El ciclo vital para las nuevas generaciones es muy distinto. A la expectativa de vida hay que sumar una década, para los fumadores; o tres, para los menos viciosos, y con la cultura de sustituir hijos por mascotas, no habrá suficiente fuerza laboral joven que sufrague el sistema de pensiones para mantener a los jubilados. Pero la seguridad social está condenada al colapso por su propio diseño, así que las modas del momento no hacen más que acelerar lo inevitable.

Pasemos a los ciclos de estudio y trabajo. Antes del Internet la academia impartía conocimientos con pedagogía religiosa, apelando a la memoria, al estilo de predicadores recitando dogmas desde un púlpito en lugar de maestros de la dialéctica estimulando el debate y la contraposición de ideas. Lo aprendido servía medianamente bien, a pesar de sus fallas, para toda una carrera laboral, con los ocasionales cursos de actualización, pues las teorías y paradigmas tardaban décadas en desmontarse. Por contraste, en la actualidad lo único estable es la constante del cambio continuo, y la mayoría de las funciones para las que fueron entrenados los humanos en las aulas de clase serán desempeñadas, en un futuro muy próximo, por robots, programas de inteligencia artificial (“IA”) y otras tecnologías combinadas. Sin ignorar el impacto inmediato que estos progresos puedan tener en la desaparición de ciertos trabajos, en el mediano y largo plazo se multiplicarán roles que demandarán competencias humanas diferentes. Pero esto implicará un proceso de educación y adaptación continua, un modelo de aprendizaje constante, no limitado a los primeros años formativos.

La IA funciona a partir de lo conocido, de la repetición, pero no navega por aguas sin cartografía. Por lo tanto, más que conocimientos e información que cualquier IA articulará mejor con solo estar conectada al Internet, habrá necesitad de talentos con curiosidad, con empatía, con imaginación, con aptitud para el riesgo -la formación actual produce profesionales alérgicos al riesgo-, capaces de mover las fronteras del saber.