El riesgo y la oportunidad

¿Goza del favor ciudadano esta desesperada arremetida o la alimenta el oscuro interés de los aliados de la trama golpista?
El intento de golpe de Estado en curso -uno de tantos desde que el SSXXI perdió el poder-, urdido con un informe ridículo, cínico e insustancial, la mejor pieza quizás en la ya larga lista de bodrios de la Función Legislativa, es apenas una excusa para guardar las apariencias institucionales, pues alguna hay que fabricar para la audiencia del circo. Lo que realmente cuenta para cuajar el derrocamiento es la fuerza desprovista de razón y pruebas, tanto la que logren en forma de votos de rebaño en la propia Asamblea -al punto que muchos de sus miembros, sin pudor alguno, aprobaron el informe de marras no obstante cuestionar públicamente su valor-, como la que pueda desplegar Iza y sus huestes en las calles, especialmente si la Corte Constitucional no se presta al juego conspirativo.
Formas y normas aparte, ¿goza del favor ciudadano esta desesperada arremetida o la alimenta el oscuro interés de los aliados de la trama golpista, a quienes les resulta tan incómodo que Lasso continúe en el poder? Es obvio que la desestabilización democrática no beneficia al ciudadano común, en especial al más pobre, que defiende con uñas y dientes las oportunidades de trabajo y progreso que la zozobra institucional esfuma. Aunque el Gobierno ha perdido, en gran parte por sus propios errores, el enorme capital político que llegó a tener en su día, los resultados de la reciente consulta hay que procesarlos sin el maniqueísmo simplón que ha impuesto la propaganda. Aun asumiendo, a pesar del hedor a fraude, como ciertas las cifras electorales, el apoyo a la consulta es cercano a la mitad de los votos válidos, e incluso superior en ciertas ciudades o regiones políticamente gravitantes.
¿Es posible, entonces, que una Asamblea con apenas 6 % de aprobación y una dirigencia indígena que se ha ganado el repudio generalizado puedan bloquear por tercera vez un país entero y quebrar el orden constitucional, abriendo el camino hacia un nuevo capítulo de autoritarismo estatista e impunidad? Sí, en la medida que el Gobierno exhiba ante el paro las mismas medias tintas y ambivalencia del pasado. Pero también puede ser la oportunidad para que el principio de autoridad recupere vigencia y relevancia histórica, con el apoyo de una sociedad que quiere paz, estabilidad y oportunidades, si se percibe determinación irreductible y acciones contundentes para cortar de raíz un nuevo estallido golpista.