Premium

WOKE, un molde de pensamiento

Avatar del Bernardo Tobar

...son vociferantes, cual heraldos de un dogma, y cuentan con la ventaja de la iniciativa y el acompañamiento alegre y utilitario de masas acríticas

¿Qué tiene que ver WOKE con la involución expresiva? David Smith inventó MIDI en los 80 para representar las acciones sobre un teclado, y la lógica del estándar lo convirtió en la tecnología para digitalizar todos los sonidos. Pero el teclado acciona el golpe del martillo sobre un punto fijo, mientras que la posición de los dedos sobre la cuerda de un violín o la presión de los labios sobre la boquilla de un saxofón suponen variaciones y sonidos en transición que la paleta musical de MIDI no logra capturar, reduciéndolos al molde digital disponible. No obstante, el mundo entero empezó a dialogar, en términos musicales, bajo un lenguaje que capturaba ciertos sonidos y cancelaba otros.

Este patrón se observa también en la conversación digital y la supresión, por fuerza del estándar, de la diversidad intelectual. Twitter, WhatsApp y otras aplicaciones de interacción obligan a comprimir ideas y a encasillar sentimientos en el emoji disponible. Como la libertad de pensamiento está constreñida por las formas de expresarlo, esta comunicación a golpe de acrónimos, íconos, frases de 280 caracteres, casi críptica y desprovista de contextos y matices, ha generado una cultura que obliga a encajar ideas esféricas dentro de cubos expresivos; como en MIDI, se suprimen los contenidos que no caben en el estándar, aliado formidable de quienes propagan un molde de pensamiento que no tolera la divergencia.

Esto es lo que sucede con la cultura WOKE. Sus militantes no logran mayorías tiránicas, pero son vociferantes, cual heraldos de un dogma, y cuentan con la ventaja de la iniciativa y el acompañamiento alegre y utilitario de masas acríticas. Su MIDI, además de la involución expresiva de las redes, está en el rediseño del idioma, la falsificación de su significado, el fomento de trabalenguas a título de formulismos inclusivos que quiebran la economía del diálogo, amén de impedir el ritmo musical y la estética que solo la palabra auténtica suscita. En los círculos políticamente correctos es obligación llamar mujer no solo a quien lo es por biología natural, sino también por capricho, para mencionar un ejemplo ilustrativo, válido también para el sexo opuesto. Por esta vía avanzan en la construcción de moldes de pensamiento que han logrado arrinconar a la divergencia y hasta sembrar en las juventudes un sentimiento de vergüenza por defender valores que divergen del estándar.