¡Qué tiempos, señor don Simón!
"Esto ha traído consigo que seamos espectadores de hechos insólitos que ni 'en sueños de perros' pudimos concebir que se producirían".
Durante largo tiempo estuvimos acostumbrados a conocer en las páginas rojas de la prensa nacional las “fechorías” de delincuentes comunes como el Águila Quiteña, Chico Silencio, el Patucho Rigoberto, los chongos, el Cuentero de Muisne, “famosos” por cometer delitos contra la propiedad y contra la fe pública. Pero como en el tiempo somos los hombres los que cambiamos y no el tiempo que, sigue en el mismo sitio, como lo afirma Fernando Savater en su obra titulada Preguntas de la vida, resulta que ahora la vida es otra, que los valores éticos son distintos y que hay que acomodarse a ellos para no ser considerados “descolados muebles viejos”, como dice un tango arrabalero.
Esto ha traído consigo que seamos espectadores de hechos insólitos que ni “en sueños de perros” pudimos concebir que se producirían en nuestra tierra ecuatorial. Ahora no son ni el Águila Quiteña, ni Chico Silencio los que ocupan las páginas rojas. Son expresidentes y vicepresidentes de la República , legisladores en funciones, ministros de Estado, funcionarios de primera categoría de las distintas entidades públicas y privadas , empresarios de fuste los que avergüenzan al país y le hacen perder respetabilidad porque están presos, sentenciados, enjuiciados, prófugos, y algunos escondidos en otros países, perseguidos por sus propias conciencias….
Y por primera vez, algunos portan grilletes electrónicos en una de sus piernas para que no huyan de la justicia. Y con este aparato electrónico se toman fotografías con la más grande desvergüenza para hacer creer que son “inocentes y perseguidos injustamente por la justicia” .Y levantan sus pulgares para demostrar que se sienten vencedores (¡!)
Otros, en el colmo de la desvergüenza, se sacaron este aparato y se fugaron. Otros siguen en los cargos de elección popular con grilletes cuando por dignidad debieron irse a sus casas.
Vivimos una época de relajo moral nunca antes vivido. Hay que acabar con esta generación de corruptos exigiendo a la justicia que los envíe a la cárcel.