Carlos Alberto Reyes Salvador | 25 años de dolarización en Ecuador
Desde su adopción, la inflación anual se ha mantenido en cifras bajas, lo que ha beneficiado a las familias de ingresos fijos
En el año 2000 Ecuador adoptó el dólar estadounidense como moneda oficial en un contexto de crisis económica y social sin precedentes. La dolarización surgió como una medida desesperada para estabilizar la economía tras la hiperinflación, la devaluación del sucre y el colapso del sistema financiero. Ahora, 25 años después, podemos evaluar sus impactos, desde los beneficios iniciales hasta las limitaciones que ha impuesto al manejo económico del país.
A finales de los años 90 Ecuador enfrentó una crisis económica y financiera que dejó al país al borde del colapso. La inflación anual superó el 60 %, el sucre perdió más del 300 % de su valor frente al dólar, la pobreza y el desempleo aumentaron drásticamente y apenas se podía controlar la crisis bancaria que llevó a múltiples cierres de bancos. En este escenario, el Gobierno de Jamil Mahuad implementó la dolarización como un salvavidas para frenar la espiral inflacionaria y recuperar la confianza en la economía.
La dolarización eliminó la inflación galopante, estabilizando los precios y ofreciendo previsibilidad económica. Desde su adopción, la inflación anual se ha mantenido en cifras bajas, lo que ha beneficiado a las familias de ingresos fijos y reducido la incertidumbre para las empresas. La estabilidad de precios facilitó el acceso al crédito y aumentó la bancarización, permitiendo que más personas y empresas participaran en la economía formal.
En este contexto, Ecuador envió un mensaje de compromiso con la estabilidad monetaria, lo que atrajo inversiones extranjeras y fomentó la recuperación del sistema financiero, fortaleciendo la confianza de los ciudadanos en el sistema económico y evitando una fuga masiva de capitales.
Sus detractores resaltan la pérdida de soberanía monetaria, ya que el país renunció a la capacidad de imprimir su propia moneda, lo que significa que ya no puede utilizar la política monetaria para responder a crisis económicas, limitando la capacidad de los gobiernos para inyectar liquidez en momentos de recesión o para manejar de manera flexible su economía. Asimismo, critican la rigidez fiscal que conlleva, al no poder imprimir dinero para financiar el gasto público, llevando al gobierno de turno a recurrir a incrementar sus ingresos tributarios o depender del financiamiento externo.
Sin embargo, es justamente esto lo que ha evitado que gobiernos irresponsables provoquen crisis inflacionarias, al no poder recurrir a la emisión inorgánica de moneda como medio para financiar el gasto público irresponsable e ineficiente, protegiendo a la población de los efectos devastadores de la inflación y la devaluación.
Pero no debemos olvidar que la estabilidad que proporciona el dólar debe complementarse con políticas fiscales responsables, diversificación económica y estímulo a la productividad. De lo contrario, el gasto público excesivo y el mal manejo de recursos se traducen directamente en déficits fiscales y aumento de la deuda externa.
A 25 años de su implementación, la dolarización ha demostrado ser una necesaria camisa de fuerza para los gobiernos de turno en el Ecuador, protegiendo a la población de las crisis inflacionarias del pasado y estabilizando la economía.