Carlos Alberto Reyes: Líneas rojas

Para el presidente electo Daniel Noboa las opciones no son muchas...
“Aquel que no conoce su historia, está condenado a repetirla”, frase lapidaria del poeta y novelista español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, y que debe tener presente el presidente electo.
No resulta difícil recordar el primer gran fracaso político del Gobierno actual, romper un pacto (que nunca debió existir) con las únicas fuerzas que le permitían gobernar (Revolución Ciudadana y PSC) para quedar en manos de los Pachakutiks y demás advenedizos. Los resultados se vieron de inmediato, la gobernabilidad se tornó insostenible y el caos legislativo fue tal que la muerte cruzada resultó ser la única alternativa posible.
Para el presidente electo, Daniel Noboa, las opciones no son muchas; por un lado, un gran contradictor con el cual tendría los votos suficientes en la Asamblea; por el otro, buscar mayorías móviles y programáticas para lograr acuerdos legislativos en temas específicos, sin lograr un gobierno de coalición.
Si la balanza se inclina hacia al primera opción, con lo anterior en mente, el gobierno electo deberá tener presente que cualquier acuerdo con la Revolución Ciudadana debe partir de la transparencia, sin bordear la impunidad ni el borrón y cuenta nueva, y debe orientarse al bienestar del país.
De elegir la segunda opción, deberá sortear constantemente las embestidas del correísmo mientras busca aplacar la sed de poder y venganza que podría venir desde el PSC y Construye.
El presidente electo Daniel Noboa parece tener cierta claridad en este sentido, y es así que marca sus líneas rojas cuando se trata de juicios malintencionados a la fiscal general de la Nación, cuando se insinúa la posibilidad de caer en las viejas prácticas de intercambiar ministerios u otras prebendas por votos; y ni qué decir de hablar de “comisiones de la verdad”.
De forma clara advierte que no habrá pactos ocultos ni cogobiernos y puntualiza que “es mejor ser parte de la minoría en una Asamblea que ser parte de la mayoría que cada día le pone un arma en la cabeza”. Es así como parece marcar su agenda sin permitir la intervención o influencias de intereses oscuros que aspiran a manejar el poder desde el exilio.
Este inestable ambiente político se ve exacerbado por la precaria situación económica del país, un déficit fiscal implacable, una disminución en la producción petrolera y la amenaza constante de El Niño. Y aunque pareciera que la recaudación tributaria podría ser su tabla de salvación, Noboa ha dado claras señales de no incrementar impuestos. Por el contrario, fiel a los principios económicos neoliberales, se propone enviar una reforma fiscal que busca bajar impuestos a fin de dinamizar la economía y promover la inversión privada con miras a incrementar la generación de empleo, especialmente en los jóvenes. Así, lejos de pretender meter la mano en el bolsillo de todos los ecuatorianos, como lo hicieron los gobiernos anteriores, Noboa apunta a garantizar créditos del exterior que permitan capear los turbulentos tiempos que se acercan.
Su improvisado anuncio de querer reelegirse y la falta de una estrategia coherente da cuenta de su inexperiencia política. Parece la voz de la inexperiencia tratando de trazar la cancha con líneas rojas.
Su éxito será el éxito de todos. Su fracaso, el retorno al pasado.