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Carlos Reyes: Economía 2024

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Ecuador necesita urgentemente enfocarse en reformas estructurales que estabilicen la economía 

El 2024 ha sido un año particularmente desafiante para la economía ecuatoriana. Desde el inicio, el país enfrentó un déficit fiscal de 5.000 millones de dólares heredado del gobierno anterior, lo que exigió decisiones drásticas para estabilizar las finanzas públicas. Estas decisiones no ofrecieron novedades significativas y se basaron en estrategias conocidas: aumentos en la recaudación tributaria y recortes en subsidios.

La primera gran medida llegó con la Ley de Eficiencia Económica y Generación de Empleo, que permitió recaudar 800 millones de dólares a través de deducciones y remisiones tributarias. Esto fue seguido, en marzo, por una reforma fiscal más agresiva, que incrementó el IVA al 15 % y el ISD al 5 %, además de imponer contribuciones temporales para empresas y bancos, con lo que se logró recaudar 1.300 millones adicionales. En junio, el Gobierno eliminó el subsidio a las gasolinas Ecopaís y Extra, generando un ahorro de 600 millones de dólares.

Sin embargo, estos ajustes no fueron suficientes para cubrir las obligaciones del Estado. Gracias a un manejo macroeconómico responsable y un riesgo país controlado, Ecuador logró acceder a préstamos de organismos multilaterales por 5.200 millones de dólares. Este financiamiento permitió al país cumplir con pagos pendientes, estabilizando temporalmente las finanzas públicas.

A pesar de estos esfuerzos, en septiembre, la crisis energética golpeó al país. Los apagones prolongados y la falta de inversión en infraestructura eléctrica podrían costar entre el 1 % y el 4 % del PIB, un golpe significativo para una economía ya debilitada.

En el ámbito externo, las cuentas mejoraron gracias a una contracción en las importaciones, resultado de la desaceleración económica, y un incremento en las remesas, lo que permitió acumular reservas internacionales de casi 9.000 millones de dólares y registrar un superávit del 5 % del PIB. Sin embargo, la inversión extranjera directa se mantuvo marginal, representando menos del 1% del PIB, un indicador preocupante para las perspectivas de crecimiento a largo plazo.

El resultado de lo anterior, permito cerrar el año con un déficit fiscal reducido a 3.200 millones de dólares, lo que refleja un esfuerzo significativo en ordenamiento fiscal, pero también resalta la necesidad de cambios estructurales profundos.

Ecuador necesita urgentemente enfocarse en reformas estructurales que estabilicen la economía y promuevan un crecimiento sostenido. Estas reformas deben fomentar la inversión privada y extranjera, generar empleo, reducir regulaciones innecesarias y garantizar un entorno competitivo. Además, es crucial diversificar la matriz energética, actualmente dependiente de factores climáticos, y revitalizar el sector petrolero, afectado por decisiones como el cierre del Bloque ITT, que envió un mensaje negativo a los inversionistas internacionales.

Para lograr esto, Ecuador debe trabajar en mejorar su imagen de inseguridad jurídica y garantizar un entorno transparente y estable para las inversiones.

El 2024 deja lecciones claras: el modelo basado en ajustes fiscales recurrentes no es sostenible. El 2025 debe ser el año en que Ecuador tome decisiones audaces para construir una economía más sólida, capaz de superar los retos actuales y aprovechar las oportunidades futuras.

¡Feliz Navidad!