Carlos Reyes: Golpes de efecto

No se debe confundir con falta de determinación y resolución
El recientemente inaugurado presidente de la República (no) ha perdido el tiempo en tomar una serie de medidas que, lejos de afrontar los temas trascendentales del país, se quedan en lo mediático y demagógico.
Quizás lo más llamativo y que ha capturado la atención pública ha sido su accionar frente a su compañera de fórmula en la papeleta electoral, a quien de un plumazo ha alejado del panorama político nacional. Haciendo de Tel Aviv una Siberia ecuatoriana, el presidente la exilia sin titubeo alguno, mandando así un mensaje claro respecto a su escasa tolerancia con aquellos que no se alinean a sus intereses y demostrando que su juventud y escasa experiencia política no se debe confundir con falta de determinación y resolución para llevar adelante la riendas del país con miras a las próximas elecciones del 2025.
Por otro lado, en un gesto demagógico y tiktokero, informa al país, en cumplimiento de una de sus promesas de campaña, la eliminación de la tabla de tenencia de sustancias estupefacientes y psicotrópicas mientras rompe unas hojas en su video. La forma populista no esquiva el debate de fondo generado al respecto. Con el establecimiento de umbrales de tenencia para consumo de drogas, dictados en el año 2013 mediante Resolución 001-CONSEP-CO-2013, se pretendió determinar los umbrales que evitan la criminalización de los consumidores de drogas de uso ilícito, es decir, las cantidades que en posesión de un individuo delimitarían la diferencia entre consumidor y microtraficante.
Con esta medida, el Gobierno de aquel entonces pretendió marcar un paso significativo hacia una aproximación más centrada en la salud y menos punitiva en relación con el consumo de sustancias ilícitas, buscando evitar la criminalización desproporcionada de los consumidores, con miras a enfocarse en estrategias de prevención, tratamiento y reducción de daños, abordando el problema con un respeto fundamental por los derechos humanos.
Sin embargo, causalidad o casualidad, el resultado parecería haber sido sumamente contraproducente y, posiblemente, la razón por la cual el microtráfico ha proliferado de forma descomunal, haciendo del Ecuador un país azotado por bandas narcodelictivas que se disputan el territorio para el microtráfico.
La discusión termina siendo inoficiosa, pues la Corte Constitucional ha sido muy clara al respecto cuando en 2019 señalaba explícitamente que los umbrales son meramente indicativos referenciales. La Constitución es clara al señalar que las adicciones son un problema de salud pública y que en ningún caso se permitirá su criminalización (art. 364). Por lo tanto, la prueba recae sobre la Fiscalía, quien debe determinar ante la justicia si el poseedor en cuestión es consumidor o microtraficante, sin importar la cantidad de droga que lleve consigo.
En un tercer frente, mientras llama a trabajar sin egos ni revanchas, el flamante presidente le quita a Guayaquil la competencia del quinto puente, en un acto que busca deshacer las últimas decisiones tomadas por su antecesor.
Esperemos que el mismo esfuerzo dedicado a estos golpes de efecto intrascendentes se aboque a afrontar la delicada situación económica que vive el país, sin recurrir a meterle más la mano al bolsillo de los ecuatorianos.