Carlos Reyes: Gana la democracia, ¿y el país?

Queda claro que el electorado, predominantemente joven, busca soluciones nuevas, abordajes distintos, discursos claros, sencillos y directos
Por enésima vez acudimos a las urnas. En esta ocasión para elegir, nuevamente, entre dos modelos: lo viejo versus lo nuevo, el dogmatismo versus el pragmatismo, la partidocracia (de la que ya el correísmo es parte hace rato) versus el ‘outsider’, lo acartonado versus la imagen (disruptiva) de cartón, lo trillado versus lo novedoso, lo (malo) conocido versus lo desconocido.
Tenemos finalmente a quien concluya el período para el que el presidente Lasso fue electo. El pueblo eligió nuevamente un gobierno con lineamientos similares al vigente, con un discurso de centro, neoliberal (tapiñado) que apuesta por el trabajo y el desarrollo mediante el fortalecimiento del sector privado. El pueblo nuevamente mostró en las urnas un rechazo a las tendencias del modelo caduco del Socialismo del Siglo 21 y, en general, un rechazo al ‘statu quo’, al haber dejado fuera en primera vuelta a los representantes de los partidos tradicionales. Elección muy reñida que muestra la polaridad que vive el país donde, al parecer, los modelos tradicionales no alcanzan y donde se busca nuevas alternativas.
Queda claro que el electorado, predominantemente joven, busca soluciones nuevas, abordajes distintos, discursos claros, sencillos y directos. Un discurso sostenido por el diálogo pausado, por ideas propositivas más que confrontativas, por la prevalencia de la razón más que la pasión. Y es que se trata de milenials eligiendo milenials, una generación que piensa distinto, actúa distinto e interactúa distinto. Una generación que es llamada a liderar y que, a pesar de su pobre gusto musical, podría traer nuevas respuestas a los problemas de siempre.
Y los problemas de siempre no son pocos. Lo que le espera a este presidente milenial no es poco. Su gobierno deberá enfrentar en muy corto tiempo, apenas 18 meses, cuatro grandes ámbitos a saber: seguridad, economía, gobernabilidad y el fenómeno de El Niño.
En seguridad, se debe atacar la violencia en las calles y retomar el control de las cárceles; así como luchar contra el crimen organizado, que se halla incrustado en el mismo Estado, convirtiendo al Ecuador en uno de los países más peligros del mundo.
En economía el panorama no es nada alentador, con un déficit que podría bordear los 5.000 millones de dólares, un aparato productivo atacado por impuestos y vacunas, un desempleo descontrolado y una afectación del 12 % de la actividad petrolera gracias al obligado cierre del Bloque 43 del Parque Nacional Yasuní (cortesía de todos aquellos que votaron Sí en la consulta de agosto pasado).
En gobernabilidad, habrá que aprender lo que hizo el Gobierno actual, para no cometer los mismos errores. Y es que el panorama no ha cambiado en absoluto, con una Asamblea dominada por el correísmo, el Gobierno deberá buscar acuerdos y consensos en beneficio del país.
Finalmente, el Fenómeno de El Niño amenaza con una intensidad similar al que tuvimos en 1997 y sus efectos podrían ser devastadores, afectando la infraestructura del país, la salud de su población y la capacidad productiva del sector privado. Sus efectos podrían generar un impacto económico que bordearía los 3.500 millones de dólares.
¿Cuáles serán la soluciones milenials a esta situación? ¿ADóNde llegaremos?