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Elecciones sangrientas

Avatar del Carlos Alberto Reyes Salvador

Este es el país que recibirá el próximo presidente, un país sumido en la violencia, asediado por la narcodelincuencia

Unas elecciones marcadas por la violencia y el miedo. El ignominioso asesinato de Fernando Villavicencio es el ejemplo más visible de aquello. El contradictor más grande de la corrupción, de las mafias narcodelictivas, de la narcopolítica, que destapó los más grandes escándalos de corrupción que involucran a las esferas más altas de la política nacional. Sin duda, este asesinato, acaecido a plena luz del día, bajo las supuestas más altas medidas de seguridad, tanto privadas como de la fuerza pública, despierta muchas interrogantes y deberá ser investigado hasta las últimas consecuencias, hasta encontrar a sus verdaderos autores intelectuales.

Pero no es un caso aislado. A este vil asesinato, se suma el del alcalde de Manta, Agustín Intriago, mientras ejercía sus funciones; el de Rider Sánchez, candidato a asambleísta nacional por Esmeraldas; el de Jairo Olaya, concejal de Esmeraldas; Omar Méndez, candidato a la alcaldía de Puerto López; Julio César Ferachio, candidato a la alcaldía de Santa Elena. Todos estos acontecimientos se han dado en lo que va de este año 2023.

A estos casos fatídicos podemos agregar la balacera en la que se vio envuelta la caravana del candidato a presidente, actualmente en segunda vuelta, Daniel Noboa, y la que se diera a pocos metros de donde desayunaba otro candidato con su familia. Estos dos hechos, aparentemente, no tendrían relación con atentados a sus dignidades, pero dan cuenta de que la violencia está en todos lados, esto es lo que vive el país día a día. Casos como estos demuestran la profunda infiltración de las mafias en la política del país, azote frente al cual el Gobierno no ha podido dar respuesta.

Este es el país que recibirá el próximo presidente, un país sumido en la violencia, asediado por la narcodelincuencia. Un país con una economía endeble, con un déficit fiscal que bordearía los 5.000 millones de dólares, con la amenaza de un fenómeno de El Niño que podría generar pérdidas por igual cantidad, y con $ 1.200 millones menos en caja cada año, gracias a todos aquellos que votaron por el sí.

Sin embargo, estas elecciones no han dejado de sorprender. En este escenario de violencia se desinfla la candidatura de aquel que pretendía vender seguridad; gana en la consulta el “sí” ambientalista, pero los candidatos ambientalistas no llegan ni al 5 %; los favoritos de las encuestas quedan rezagados en el conteo final y, finalmente, se posiciona en un sólido segundo lugar un joven cuyo apellido nos recuerda al eterno candidato. El electorado no lo vio así, y nadie lo vio venir. Daniel Noboa llega a la segunda vuelta como un candidato joven con un discurso propositivo, alejándose de las viejas prácticas confrontativas, una especie de outsider que, sin duda, dio mucho de qué hablar en el debate y que logra cautivar a un electorado predominantemente joven. Su trabajo en territorio, el puerta a puerta, el manejo de redes, las fundaciones, su apellido; sin duda fueron muchos factores los que le permitieron posicionarse sólidamente en segundo lugar.

Quizá lo más destacable de estas elecciones, frente al cruento ambiente de violencia e inseguridad, fue la valentía demostrada por el pueblo ecuatoriano al haber acudido masivamente a las urnas.

A pesar de tanta sangre derramada, ha ganado la democracia.