Un “No” rotundo

Si gana el “sí” el precedente que se sienta resultaría nefasto pues se da a entender que ninguna inversión que se haga en el país está segura
Cada vez se está más cerca de la Consulta Popular y no hay un horizonte claro de los resultados. Aquellos ecuatorianos que buscan poner fin a la extracción del petróleo en el Bloque 43 del Parque Nacional Yasuní, también llamado Bloque 43 ITT, parece que no tuvieran claras todas las repercusiones negativas que esto traería al país en todos los ámbitos posibles. El 20 de Agosto hay que votar un “no” rotundo. Lo contrario sería devastador para la economía del país.
La explotación del Yasuní es un tema complejo y controvertido que ha sido objeto de debate en Ecuador a lo largo de más de una década y que ahora se torna el centro de atención en medio de una campaña electoral en la cual pocos candidatos se atreven a tomar una posición en firme, pues saben que el hueco fiscal que se produciría de ganar el “sí” repercutiría en incremento de impuestos, eliminación de subsidios o recorte de gastos, medidas tan poco populares como el apoyar el “no”.
En el año 2022, los ingresos netos de la explotación del petróleo fueron de $1.200 millones. Estos recursos van dirigidos para la inversión en educación, salud, infraestructura y seguridad; sectores que requieren de inversiones fuertes en el Ecuador que, de detenerlas, causarían una contracción fuerte en la inversión pública. La incertidumbre que genera el advenimiento de la consulta ha disparado nuevamente el riesgo país, llegando a ubicarse en niveles que superan los 2.000 puntos, destronando a Argentina y ubicándonos únicamente por debajo de Venezuela. Y es que mientras que los grupos ecologistas alegan la defensa del medio ambiente y de los pobladores afectados por la explotación petrolera, éstos no admiten que la afectación es mínima y marginal, y que los “pobladores afectados” son en realidad beneficiarios del trabajo que genera la actividad petrolera en la zona, pues la extracción de petróleo en este bloque genera casi 50.000 empleos, directos e indirectos, que se verían afectados de ganar el “sí” en la consulta. Aquello, sin considerar que la clausura del Bloque 43 implicaría botar a la basura la inversión ya realizada, que bordea los $1.900 millones y demandaría invertir aproximadamente $500 millones en la clausura de los mismos. Esto equivaldría, en valor y en despropósito, a decidir dejar abandonada la inversión realizada en el Metro de Quito.
En lo jurídico, si gana el “sí” el precedente que se sienta resultaría nefasto pues se da a entender que ninguna inversión que se haga en el país está segura si, además, se deja la decisión a manos del pueblo ecuatoriano. De ganar el “sí”, los grupos ecologistas no pararán hasta conseguir el cese de toda operación petrolera en el país, así lo declaran los mismo Yasunidos. Este es solo el comienzo, la primera ficha de dominó que, de hacerla caer, hará caer al resto que le sigue, sin dejar siquiera uno en pie.
No podemos darnos el lujo de prescindir de la actividad petrolera y extractivista. En un país con ingentes necesidades de alimentación y salud, sitiado por la inseguridad, acosado por el desempleo, amenazado con un fenómeno de El Niño por venir; de ganar el “sí”, no importará quien llegue a Carondelet, la suerte estará echada.
El “No” es la única opción viable por la que hay que votar.