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Carlos Vera: Diálogo con los sabelotodo

Avatar del Carlos Andrés Vera

Esto sí que es verdad. No se lo puede ignorar.

Se rumora que el correísmo, el PSC y el nuevo gobierno cocinan algún tipo de acuerdo. Conocemos la agenda del correísmo y conocemos también el hambre que el PSC le tiene a la señora fiscal, apetito que comparten con Rafael Vicente, que no ha descansado ni descansará hasta ver a Diana Salazar hundida. ¡Ah!, los políticos. Apenas terminan las elecciones olvidan que la alianza más importante a honrar es con sus electores y que esa alianza debe sostenerse en la ética.

Ya puedo escuchar las lecciones que van a argumentar una serie de sabelotodos porque uno cuestiona algo tan elemental como los pactos por debajo de la mesa:

-Que el correísmo y el anticorreísmo son tóxicos y lo que necesita el país es que todos hablen.

-Sí, que hablen, pero sobre los problemas del país: la inseguridad, el desempleo, la corrupción. Explíquenme, iluminados, ¿cómo se puede combatir a la corrupción dialogando con un corrupto sentenciado?

-Que Lasso cometió el error de no pactar con el correísmo. De haberlo hecho, habría podido gobernar.

-El error de Lasso, fue perder a su aliado en la elección y sumarse un enemigo de forma innecesaria. Su estrategia sin embargo funcionó y la batuta política -y oportunidad histórica- en la Asamblea, la tuvo Pachakutik. ¿Qué hicieron con esa oportunidad? Tirarla a la basura.

-Que uno no entiende cómo funciona la política. Que la política es pragmática. Que hay que sentarse con quien sea.

-Si van a sentarse con delincuentes sentenciados y jugar al pragmatismo, siéntense de una vez con los capos de las mafias instalados en la penitenciaría y no nos tomen por pendejos al resto de ecuatorianos.

-Que no puede ignorarse un bloque tan grande como el del correísmo, elegido por un 30 % de ecuatorianos.

-Esto sí que es verdad. No se lo puede ignorar. Pero la agenda que se trate con ellos debe ser legítima. Entiéndase: debe girar alrededor de las necesidades del país, debe ser pública y debe ser ética. Y a esta altura amigos, si no lo hemos aprendido es hora de que lo aprendamos ya: ese nunca ha sido ni será el camino del correísmo.