Carlos Vera: No hay honor en la humillación
Luego, ganar será llevar oportunidades a las zonas que, por décadas, han sido abandonadas
Veníamos aguantando tal escala de violencia, que parecíamos un caso sin remedio. En las últimas semanas han sido las fuerzas del orden, sobre todo del aparato militar, las que le han entregado algo de calma al país. Hay que reconocer y apoyar el valor de esos soldados, de sus mandos y la decisión política detrás de las decisiones que se han tomado. Por todo eso, soy grato como ciudadano. Sin embargo, hay una mancha en lo alcanzado: los videos de humillaciones a las que son sometidos criminales de zonas marginales, muchos de ellos menores de edad.
Tenemos el deber de reflexionar sobre esto más allá del placer que puede implicar ver a un delincuente siendo humillado (todos hemos caído en esto, me incluyo). Sí, por años ya, la sociedad ha sido la humillada: asesinatos, extorsiones, terror. El daño que las bandas han provocado es inconmensurable y deben pagar por ello. El problema es que no podemos aislarnos del fenómeno de la violencia sin comprender que somos corresponsables de la tragedia.
Ahí donde hay niños marcados por pandillas, cantando sus consignas, sintiéndose orgullosos de pertenecer a una mafia, tenemos corresponsabilidad. Nosotros elegimos a los políticos que se robaron el dinero para sus necesidades más básicas. Los padres de esos pequeños se fueron, dejándolos solos. Fuimos incapaces de llegar con acción estatal o privada para brindarles alternativas. ¿Qué esperábamos entonces? Construimos una bomba. La bomba estalló. No podemos entonces regodearnos en el dolor de los hijos de la sociedad que hemos creado.
No hay honor en la humillación. Debemos ser conscientes de eso y pragmáticos también: esta guerra está lejos de ser ganada. Quienes hoy son humillados, mañana podrían cobrar su venganza a una escala sin precedentes. Cuidado. Ganar no pasa solo por someter y neutralizar gatilleros. Ganar pasará por desmontar estructuras de lavado de activos y ver a los grandes capos tras las rejas (ojalá también, extraditados). Luego, ganar será llevar oportunidades a las zonas que, por décadas, han sido abandonadas. A nivel personal, ganar será conservar nuestra humanidad, a pesar de los placeres superficiales e inmundos que ofrece esta guerra que nos buscamos.