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Carlos Andrés Vera: Después de Maduro

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Después de liderazgos de esperanza, deberán surgir liderazgos de transformación

El modelo político actual en Venezuela comenzó en 1999 con la llegada al poder de Hugo Chávez, marcando el inicio de lo que denominó la ‘Revolución Bolivariana’. En poco tiempo el chavismo se convirtió en una franquicia: Néstor Kirchner, Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Manuel Zelaya, Cristina Fernández, Fernando Lugo, Mauricio Funes, Daniel Ortega, Dilma Rousseff, Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel, Alberto Fernández, Gustavo Petro. Catorce presidentes, veinticinco años y tres dictaduras después, el modelo parece acercarse a su ocaso.

Junto a Cuba y Nicaragua, Venezuela representa el ideal del chavismo: control total de los poderes del Estado, democracia ficticia, asfixia de la sociedad civil, paternalismo social, destrucción de la cultura democrática y laboral, devastación económica, eliminación de libertades civiles y sometimiento del país al crimen organizado. Ese modelo no es un accidente, sino el pináculo de una militancia radical y dogmática que, en los últimos 30 años, solo ha cambiado de marca: de revolucionarios a bolivarianos, de bolivarianos a socialistas del siglo XXI, y de socialistas del siglo XXI a progresistas.

‘Progresistas’. Mañana adoptarán otro nombre, pues sus propias etiquetas ideológicas pierden valor cada década.

Escribo esto mientras la dictadura venezolana secuestra temporalmente a María Corina Machado, con la certeza de que el 10 de enero (ayer) Maduro no entregará el poder. Y escribo esto convencido de que aunque Maduro se aferre al trono, la era del chavismo está cerca de su fin. Me pregunto entonces: ¿cómo construir algo después?

¿Cómo se recupera una cultura civil y ciudadana? ¿Cómo se le quita a las Fuerzas Armadas el negocio de la minería ilegal y el narcotráfico? ¿Cómo se les devuelve su rol de garantes democráticos? ¿Cómo se sanea un aparato público cuya cultura gira en torno a la corrupción? ¿Cómo se transforma un territorio de mafias en un Estado? ¿Cómo se lleva bienestar a un país completamente destruido?

Aunque el heroísmo de María Corina Machado o Edmundo González marque el fin de la era chavista, la reconstrucción de una democracia exigirá un esfuerzo realmente titánico. Después de liderazgos de esperanza, deberán surgir liderazgos de transformación. Y tendrán que ser miles, pues el daño que la franquicia chavista ha provocado en Latinoamérica es realmente inconmensurable.