Carlos Andrés Vera: El dilema

No es justo que los ecuatorianos sigamos enfrentando, una y otra vez, el mismo dilema, jugándonos la vida cada cuatro años
A juzgar por las encuestas más confiables y el tiempo que resta para la primera vuelta, el país elegirá entre Daniel Noboa y Luisa González para gobernar los próximos cuatro años. Para quienes observamos la política desde un prisma de institucionalidad y democracia, el dilema que representan ambos personajes resulta preocupante.
Sobre Luisa González podríamos intentar un ejercicio que exponga sus defectos y virtudes como líder, pero sería un esfuerzo infructuoso, pues está claro que nadie que se postule por el correísmo actúa bajo otra visión que no sea la de su líder, Rafael Correa. Las ideas del correísmo son públicas, explícitas y ya han gobernado. Los ejes de su proyecto político: impunidad judicial para sus líderes, control absoluto del aparato estatal, dominio sobre la sociedad y sobre los negocios relacionados al Estado. Comprender ese proyecto implica, en esencia, comprender la mentalidad de quien lo sostiene.
Durante los tres gobiernos posteriores al correísmo se perdió la oportunidad de desarticular a las mafias enquistadas en el Estado y brindarle a la ciudadanía mayor seguridad y calidad de vida mediante un aparato público eficiente y digno. ¿Pretende lograrlo Noboa? ¿Puede lograrlo Noboa?
Ahí radica, en mi opinión, la pregunta de fondo respecto al actual Presidente. ¿Qué quiere? ¿Estamos ante una persona bien intencionada o ante un ególatra más? Los síntomas autoritarios exhibidos por el Presidente, sus errores y la ligereza, negligencia o indolencia con que se han manejado crisis como la tragedia de los cuatro de Guayaquil, generan dudas sobre las intenciones de quien nos gobierna.
Si Noboa busca un proyecto mesiánico o autoritario, solo tiene que profundizar en los excesos y errores ya cometidos. Por el contrario, si sus intenciones son legítimas, la experiencia de su primer año debería servir como guía para rectificar en múltiples temas. ¿Está dispuesto a hacerlo?
No es justo que los ecuatorianos sigamos enfrentando, una y otra vez, el mismo dilema, jugándonos la vida cada cuatro años.