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Carlos Andrés Vera: El dilema Bukele

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Si el sistema está contaminado, si la democracia no funciona, ¿cómo salimos?

Nadie quiere vivir con miedo, sin saber si al final del día llegará a casa. Es evidente que aquí, los dos últimos gobiernos apenas han sido reactivos al estallido de violencia, que no tienen ni tuvieron un plan de seguridad, y que buena parte de la fuerza pública está contaminada. El Estado no puede brindar seguridad a los ciudadanos. Esa es la cruda realidad. Por otro lado, el éxito de Nayib Bukele en la reducción de la violencia en El Salvador ha sido notable y ha cambiado significativamente el panorama de seguridad del país. Es lógico entonces que muchos ecuatorianos vean en Bukele un referente. Sin embargo, es imposible no encontrar en ese fenómeno un profundo dilema.

Bukele tuvo que destituir magistrados e irrumpir con fuerzas militares en el congreso nacional para empujar reformas legales. Para ser reelecto presidente, tuvo que violar la constitución salvadoreña. Bukele es, a todas luces, un gobernante autoritario y actualmente su poder se ejerce en todo el Estado salvadoreño. Quienes aún depositamos alguna confianza en modelos democráticos, vemos alertas encenderse por todas partes con este personaje. Sin embargo, gracias a Bukele, El Salvador es otro país y esa es una realidad indiscutible. Las calles, las plazas, los pueblos y las ciudades que antes estaban tomadas por las pandillas, hoy lucen vibrantes, llenas de vida, con ciudadanos que pueden vivir tranquilos y, a partir de ahí, cambiar una mentalidad de supervivencia por una de esperanza y progreso. Bukele cambió para bien la vida de la gente. La pregunta es: ¿habría podido hacerlo siguiendo al pie de la letra los principios democráticos?

En Ecuador, ¿necesitamos un líder que lleve la democracia al límite o incluso transgreda sus principios a cambio de que la gente pueda vivir en paz? El dilema Bukele no es uno para tomarse a la ligera y arroja complejas interrogantes porque nuestro sistema democrático ha caducado: casi nada funciona gracias a la corrupción y penetración del crimen organizado en el Estado. Sin un cambio dramático, radical, veremos una y otra vez los mismos resultados.

Si el sistema está contaminado, si la democracia no funciona, ¿cómo salimos?

Ojalá alguien tenga una respuesta.