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Carlos Andrés Vera | Ensuciarla

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Está claro que la señora fiscal no es incuestionable

En abril de 2023, Fernando Villavicencio denunció ante la fiscalía a Ronny Aleaga y a otros involucrados por planear un atentado en su contra. Meses antes, Villavicencio había hecho pública la famosa foto de la piscina, en la que presentaba al país a “la mafia de los tetones”. Esa revelación -lo sabemos ahora gracias a los chats del caso Metástasis- provocó que el narcotraficante Leandro Norero planificara su asesinato. Los mismos chats revelaron que Aleaga era el operador político de Norero en la Asamblea. Es lógico, entonces, que Ronny Aleaga sea un personaje central en las investigaciones del asesinato de Villavicencio y el caso Metástasis.

Metástasis ha expuesto el ‘modus operandi’ de la narcopolítica en Ecuador, y ha sido la fiscal Diana Salazar quien ha tenido el valor de enfrentarse a esas mafias. Como no han podido asesinarla, buscan destituirla y para ello es imperativo ensuciarla. Por eso han publicado todo tipo de infamias: que plagió su tesis, que es cómplice del crimen organizado, que es jefa de gatilleros. Entre los ataques más ruines están los de su acosador -oh, sorpresa- Ronny Aleaga. Aleaga, miembro confeso de una organización criminal y prófugo de la justicia, presentó hace meses unos chats inverosímiles, verificados por… él. Son esos chats la base de una ‘investigación periodística’ publicada por ‘Grayzone’, medio conocido por promover a Nicolás Maduro.

Hay que leer la ‘investigación’, donde se pretende posicionar a Diana Salazar como cómplice de los asesinos de Villavicencio. Treinta párrafos de conjeturas se deben soportar antes de llegar a la única ‘evidencia’: los chats de Aleaga. No es que aquí -como en Metástasis- se haya desencriptado un celular y accedido a información sensible (cadena de custodia de por medio). Es que Aleaga le hizo fotos de sus ‘chats’ a la pantalla de su celular. Y ya. Alrededor de eso se montó la investigación.

Está claro que la señora fiscal no es incuestionable. Existen críticas legítimas a su gestión. Pero una cosa es eso y otra que seamos incapaces de ver lo que tenemos frente a nuestras narices: la narcopolítica necesita ensuciar a Diana Salazar. No solo buscan venganza sino destruir su trabajo, contaminando las investigaciones y juicios como los del asesinato a Villavicencio o el caso Metástasis.