Carlos Andrés Vera: Hipocresía minera
Tratemos estos temas sin medias verdades
Si hablamos de minería a gran escala, el sector privado insiste en dos narrativas: la primera, posicionar la minería como “responsable”. Hay que conocer la historia de Mirador, la mayor mina formal del país, para reírse. De ese proyecto no puedo aquí resumir las irregularidades y atropellos, la violación a normas ambientales o laborales ni la potencial tragedia que implica tener la mayor relavera del mundo. Responsables, claro. Todos sabemos que en Ecuador los chinos operan como les venga en gana. Imposible hablar de responsabilidad en términos generales mientras China sea parte de la fórmula con la mayor cantidad de concesiones mineras.
Le plantean además al país un falso dilema: minería legal o minería ilegal. Los quiteños elegimos “ninguna” en la consulta sobre el Chocó Andino. Lo mismo hicieron los cuencanos respecto a sus páramos. “Ninguna” es la postura sensata en una reserva de la biosfera, un páramo o una selva. ¿Por qué ni el Estado ni el sector privado entienden que hay zonas que no se deberían explotar? Qué voracidad, qué obsesión por meterse en páramos, bosques y selvas. No tenemos desiertos como Chile o Perú. La minería de gran escala, por bien que se haga, tiene impactos enormes y puede cambiar para siempre la cultura y la geografía de una zona. Esto debería obligar al Estado a ser quirúrgico en la explotación mineral. En lugar de ello eligen el chantaje: si no apoyas la minería legal, apoyas la ilegal. ¡Al diablo! Cuenca y Quito dijeron “ninguna”.
Finalmente, la actividad minera ilegal es ya el mayor peligro para el equilibrio social y ambiental del Ecuador. Todos los que amamos este país estamos llamados a combatirla. Pero salvo honrosas excepciones, no vamos a encontrar a la Conaie, ONG ambientalistas o defensores de la naturaleza moviendo un dedo para quejarse o detenerla. ¿O han escuchado alguna vez a Iza quejarse por la depredación, la mafia y el crimen organizado que rodean a la mayor mina ilegal del mundo en Buenos Aires, Imbabura, provincia principalmente indígena? Convenientemente callado, para sorpresa de nadie.
Mientras soñamos con un Estado capaz de hacer cumplir las normas al sector formal y capaz de desarticular al sector mafioso e informal, al menos tratemos estos temas sin medias verdades ni hipocresía.