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Carlos Andrés Vera: Todo honor, Joyce

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Todo honor y buen viaje, Joyce Higgins de Ginatta.

Hace unos años tuve la fortuna de dirigir una breve serie biográfica sobre Joyce de Ginatta y la historia de la dolarización. A propósito de su partida el pasado jueves y la coyuntura actual del país, me parece importante citar sus palabras:

“Aún recuerdo el primer apagón en 1992. Durante años, adaptamos nuestra vida a la oscuridad, debido a la severa crisis energética. En 1995 estalló la Guerra del Cenepa. Los gastos de ese conflicto territorial drenaron aún más las arcas del Estado. En 1996 Abdalá Bucaram ganó las elecciones y su gobierno populista duró apenas seis meses. Su salida del poder marcó el inicio de una inestabilidad política que sería terrible en los años venideros. En 1997 el fenómeno de El Niño volvió a golpearnos con gran fuerza; nuestras camaroneras se vieron afectadas por la mancha blanca, lo que causó una fuerte caída en nuestras exportaciones. Ese mismo año, los precios del petróleo también cayeron”.

“En medio de todos estos problemas, el sucre, nuestra moneda, perdió gran parte de su valor. Me convencí de que nuestro sistema monetario no funcionaba y empecé a considerar la dolarización como la única solución posible. Cuando el dólar alcanzó los 5.900 sucres, en septiembre de 1998, lancé públicamente la idea de la dolarización”.

Cuánto le debemos a Joyce de Ginatta, y cuánto nos queda aún por aprender de su legado. En una de las décadas más duras de nuestra historia contemporánea, Joyce no solo fue la voz principal que, desde la sociedad civil, impulsó la dolarización, sino que se convirtió en el símbolo de la resiliencia. Las crisis de Ecuador no la doblegaron; al contrario, la motivaron a luchar por el país, presentando soluciones con liderazgo, vehemencia y un temple extraordinario.

En estos días, literalmente oscuros, donde la incompetencia, la corrupción y la irresponsabilidad de los políticos le pasan una factura enorme al país, es oportuno honrar a Joyce. Su vida fue un ejemplo de que, desde la sociedad, se puede cambiar el rumbo del país para bien, al margen de los políticos.

Todo honor y buen viaje, Joyce Higgins de Ginatta.