Carlos Andrés Vera: Napo se muere
¿La comunidad ambientalista? Salvo puntuales excepciones, ocupados en problemas mucho menos relevantes.
Vea usted, el actor de Hollywood Mark Ruffalo dirigió un tuit al presidente Daniel Noboa. En él, Ruffalo mencionó a las comunidades waorani del Yasuní, se refirió a la Corte Constitucional y sugirió una fecha para el fin de la extracción petrolera en el ITT. Gracioso, considerando que Ruffalo no tiene la más remota idea sobre el Yasuní, y lo más probable es que su tuit haya sido redactado por algún grupo ambientalista. Una acción mediática de alto impacto como esa solo puede lograrse a través de gestiones que requieren una red internacional, tiempo y recursos. Mientras esta energía se destina a que Petroecuador cierre su operación en el Bloque 43 (un asunto obligatorio y saldado en consulta popular), a algunos kilómetros al oeste del parque, la mayor tragedia ambiental que haya visto nuestro país ocurre sin recibir ni una fracción de la atención que recibe el Yasuní.
La provincia del Napo está siendo devastada por la minería ilegal. Desde el pequeño puerto de Punta Ahuano en el río Napo, diariamente se moviliza en gabarras (una de la Prefectura) la maquinaria destinada a la operación minera. El río Huambuno ha perdido su caudal. Ha muerto. Solo ahí, unas 150 hectáreas de río y selva han sido devastadas por 8 operaciones ilegales. En el sector de Balzachita, otras 40 hectáreas han sido devastadas. En la comunidad de San Alberto, unas 50 hectáreas. En Río Blanco, otras 40 hectáreas. Antes, Río Blanco y San Alberto eran comunidades turísticas; hoy son comunidades mineras. Cuando la policía intervino en una operación enorme en Yutzupino, se determinó que la banda de los Choneros opera en la zona y, según el testimonio de varios comuneros, también hay disidencias de las FARC. El río Hatun Yaku ha sido tomado en distintos frentes, con decenas de operaciones ‘pequeñas’ de entre 4 y 5 retroexcavadoras por frente. La selva está muriendo. El turismo está muriendo. Y la cultura del dinero fácil, la ilegalidad y la depredación se están apoderando de la provincia.
¿El Estado? Abrumado o cómplice, con autoridades locales metiendo las uñas en las operaciones ilegales. ¿La comunidad ambientalista? Salvo puntuales excepciones, ocupados en problemas mucho menos relevantes. ¿La sociedad? Indiferente, inmovilizada e ignorante. O reaccionamos en serio, o Napo se muere con la complicidad de todos.