Carlos Andrés Vera | Pallares tocó la llaga
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En las provincias con más presencia del crimen organizado, la gente sufre la extorsión, las vacunas, los asesinatos
Martín Pallares dijo una verdad incómoda: hay que fijarse en las provincias donde más incide el narcotráfico para analizar cómo está votando la gente ahí. Y como era predecible, el correísmo lo convirtió en un ataque personal. Lo acusaron de criminalizar su votación, lo trataron de convertir en una excusa para victimizarse. Lo que no hicieron fue rebatir el argumento de fondo: que el crimen organizado influye en la política. No porque todos los que votan en esas provincias sean narcos, sino porque las economías criminales generan dos efectos concretos en la sociedad: dinero y miedo.
Primero, la plata. El crimen organizado no es solo sicariato y extorsión. Es una empresa. Si tuviéramos que dimensionarlo en términos empresariales, sería una de las mayores corporaciones del Ecuador. A través del lavado, se mueve una economía que abarca construcción, comercio, servicios, logística, transporte. Hay provincias donde la plata que se mueve ya no es del Estado ni del sector productivo formal, sino del narcotráfico. Cada vez más personas son parte, directa o indirectamente, de esa estructura. Y si alguien propone combatir el crimen organizado con seriedad, habrá sectores que se opongan porque, de una forma u otra, dependen de él.
Segundo, el miedo. En las provincias con más presencia del crimen organizado, la gente sufre la extorsión, las vacunas, los asesinatos. Y lo más grave: vive la ausencia total del Estado: no hay seguridad, no hay justicia, no hay respuesta. ¿Qué hace la gente cuando se da cuenta de que el gobierno no los va a proteger? Busca una alternativa. La votación en esas provincias no es ideológica: es una reacción. Puede que voten por quien les ofrezca mantener el ‘statu’ quo’ o por quien les prometa mano dura, pero lo que sí es seguro es que no votan por el gobierno porque ya saben que no les sirve.
El correísmo, en lugar de discutir esto con seriedad, se victimiza. “Nos están llamando narcos”. Pobres. No, lo que se está diciendo es que el crimen organizado ya forma parte del tejido económico y político del país. Y que eso se refleja en las elecciones. Pero es más fácil jugar a la persecución que hablar del problema real. El tema merece discutirse sin dramatismos ni maniqueísmo político. El crimen organizado no solo mata, también emplea. Y la gente vota en función de lo que vive. Pallares tocó la llaga.