Premium

Carlos Andrés Vera: Prensa vs. prensa

Avatar del Carlos Andrés Vera

En medio de esta locura, Fernando, la víctima, se ha convertido en el villano

La credibilidad de medios y periodistas no solo se ha visto mermada por los ataques de las mafias y el poder, sino por la misma prensa que, en una especie de trastorno colectivo, se ha autodeclarado su principal enemiga. Y aquí estamos: prensa vs. prensa, en lugar de prensa vs. corrupción, prensa vs. injusticia o prensa vs. desinformación.

Por supuesto, sabemos que hay periodistas comprados, mediocres y con agendas oscuras. Pero una cosa es identificar esos casos, y otra muy distinta es escalar rivalidades o errores personales a una guerra que le resta credibilidad a todo el ecosistema mediático, como si todos los periodistas y todos los medios fueran lo mismo.

Cuando los medios entran en conflicto entre sí pierden el enfoque de su verdadera misión: servir a la sociedad con información confiable y relevante. No corresponde a la prensa juzgar a sus colegas. Ese rol pertenece a las audiencias, que premian o castigan con sintonía y credibilidad, y a la justicia, que dirime los asuntos legales. Por supuesto que siempre habrá rivalidades, críticas y competencia. Pero lo que vemos ahora se parece más a una guerra.

Y la guerra distorsiona la verdad, levanta polvo, impide ver con claridad. El periodismo también se distorsiona cuando se convierte en una versión de la Liga de la Justicia o se enfoca en sí mismo, convirtiéndose en víctima y protagonista de sus propias historias. Parece haberse perdido hasta el consenso más básico: el periodismo debería ser una herramienta para acercar a la sociedad a la verdad, ayudándola a construir un criterio propio y tomar decisiones informadas.

Es doloroso para mí decirlo, pues sentí un gran cariño por Fernando Villavicencio. Fernando fue, sobre todo, periodista. Sus investigaciones y denuncias han demostrado ser ciertas. Pero más de un año después de su asesinato, sus colegas -tanto cercanos como enemigos- han entrado en una confrontación que nos distrae de la pregunta más importante: ¿quién lo mató? ¿Por qué lo mataron? De eso ya no se habla. En medio de esta locura, Fernando, la víctima, se ha convertido en el villano.

Esta guerra no solo debilita a los medios; también fortalece a quienes quieren silenciarlos. Y son esas personas las que, desde las sombras, se están frotando las manos.