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El sueño ecuatoriano existe

Avatar del Carlos Andrés Vera

Hace poco vi una encuesta donde la mayoría afirmaba que su deseo era irse del país

Los problemas que atraviesa el país son inmensos y no cabe en una columna tan breve, volver uno a uno sobre ellos. Basta ver las noticias o leer los periódicos para sentirse abrumado ante la escasez de información que nos brinde un poco de optimismo. Lo negativo es además masificado y en muchos casos sobredimensionado por varios actores políticos, mediáticos y sociales interesados en llevar a la sociedad entera a un estado de hartazgo y desesperanza. No solo que las cosas no están bien, sino que hay muchos intereses haciendo un trabajo sistemático para que estén peor y, sobre todo, se sientan peor.

Hace poco vi una encuesta donde la mayoría afirmaba que su deseo era irse del país. Casi en paralelo, inicié la investigación para un proyecto que cuenta historias reales de personas que en este país han alcanzado sus sueños o logrado aquello que parecía imposible. Una suerte de “sueño ecuatoriano”, pruebas reales de que en Ecuador se puede progresar, ser feliz y tener éxito sin ser político ladrón o narco. Los ejemplos abundan, están en todas partes y en buena medida son los que en silencio sostienen a nuestro país a pesar de los problemas que atravesamos y sobre todo, a pesar del pesimismo en que sistemáticamente nos quieren envolver.

Desde el hombre que empezó con una bodega, se aventuró a Guayaquil a vender aceite y dos generaciones después construyó un imperio que genera empleo para miles de personas, hasta el extranjero que, al ser despedido en la pandemia, se aventuró a poner su empresa digital en Ecuador con la cuenta bancaria vacía y hace poco acaba de comprar su propio departamento. Historias así abundan y se hace urgente contarlas, porque son capaces de inspirarnos.

Los problemas están ahí y deben ser resueltos. Nosotros tenemos la posibilidad -y diría que hasta el deber- de no dejarnos abrumar por la sombra de desilusión y cansancio que otros ansían imponer sobre nosotros. El sueño ecuatoriano existe gracias a que gente común, visionarios, deportistas o emprendedores, enfocaron su talento y energía en la dirección correcta y cambiaron su vida, para bien.