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Asociación protectora de adoquines

Avatar del Carlos Andrés Vera

Si Quito fuera una mujer, sería una dama maltratada por sus hijos

Revisando intercambios en Twitter, encontré esta definición: Asociación protectora de adoquines. El término, fue empleado por alguien para burlarse de quienes han expresado su molestia al ver el vandalismo que precede cada protesta en Quito. Las causas de cada movilización varían, pero el reclamo de múltiples fuerzas sociales encuentra siempre un punto en común: escupir en nuestra capital. Dañarla más de lo que ya está. Confundir con ingenio cualquier expresión grotesca y exponerla al mundo sin el menor sentido estético. A este autor le ha parecido necesario hacer una defensa, no de los adoquines, sino del espacio en donde se supone debemos convivir.

Convivir es el arte de aceptarnos entre distintos. Para eso necesitamos dialogar en el sentido más profundo, e intentar ponernos en los zapatos del otro. Empatizar con ese que no es como yo para comprender que protegerlo a él, es tan importante como protegerme a mí. Ese diálogo solía practicarse únicamente en los espacios de mutua convivencia: la vereda, la sede social, la plaza. Estos lugares fueron concebidos para el encuentro civilizado de seres humanos y los monumentos que los adornan, se supone recuerdan nuestras mejores cualidades.

Se supone.

Es increíble que deba explicar una obviedad: las veredas, plazas, paredes, monumentos... se fabrican con materiales como el cemento. Pero su cuidado no simboliza el cuidado del cemento, sino de los espacios que hemos construido para convivir. ¡A nadie se le ocurre decirles a los ucranianos que protegen sus monumentos de los bombardeos, que son miembros de alguna sociedad protectora de adoquines! Lo que protegen es su patrimonio, su espacio vital. Mientras tanto, nosotros escupimos en la que hace rato dejó de ser -gracias a nuestra ignorancia y displicencia- una de las ciudades patrimoniales más bellas de Latinoamérica.

Si Quito fuera una mujer, sería una dama maltratada por sus hijos. Ingratos vástagos, pensarían que están ante un adoquín y no ante una madre. "Asociación protectora de adoquines", vaya paparruchada.