Cerrar filas por Zurita
El periodista Christian Zurita recibe estos ataques apenas tres semanas después del asesinato de su amigo y colega Fernando Villavicencio
Es complicado ser objetivo cuando se trata de los amigos. Comparto a través de esta columna sí, un gran temor. Estas son palabras textuales del exministro José Serrano, dirigidas al periodista Christian Zurita desde su cuenta de Twitter: “Mira Christian Zurita, politiquero disfrazado de seudo periodista. Así que viviendo de la extorsión (…) Tú sí lacayo del odio y la destrucción. Pide a tu jefe del club de canallas Roberto Aguilar que te dedique un artículo”.
Horas antes, la señora María Paula Christiansen, quien fuera funcionaria de Serrano y (se conoce) es o fue su pareja sentimental, escribió esto a Zurita: “Extorsionador de mierda (…) ni tu ni tu compinche me asustaron cuando me calumniaron en su portal de ‘extorsiones’... Súmale otro juicio en USA (…) acá no te salva nadie”. La señora repite luego con mayúsculas la palabra “EXTORSIONADOR” y acusa además a Zurita de mercenario.
El periodista Christian Zurita recibe estos ataques apenas tres semanas después del asesinato de su amigo y colega Fernando Villavicencio. La virulencia con que actores políticos le atacan y denigran -ignorando el más elemental sentido de prudencia o humanidad- me hace sentir que la vida de Zurita también corre peligro. Nada positivo puede surgir de estos niveles de violencia. Estos ataques no vienen de cuentas anónimas sino de exfuncionarios.
Resulta además demencial que después del asesinato de un periodista, sean periodistas los acusados de ser mercenarios. Como si el asesinato a Villavicencio no hubiera dejado suficientemente claro que lo que se pretende silenciar son las voces que históricamente se enfrentaron a las mafias.
Este relato, donde se busca posicionar a las víctimas como delincuentes no es casual, lo hemos visto antes y es absolutamente siniestro. Ante eso, las voces democráticas deben cerrar filas por Christian Zurita. Si alguna conciencia y humanidad tienen sus adversarios o enemigos, están abocados a bajarle la espuma a la violencia con la que se están tomando el debate público y actuar -si es que pueden- con algo de sensatez.