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Cooptaron la organización social

Avatar del Carlos Andrés Vera

Desde 2018, la mafia política perdió buena parte del control Estatal, sobre todo de los poderes Ejecutivo y Judicial.

Acabamos de ver un espejo, algo más macabro, de Octubre de 2019. Dos temas sintetizan el problema que como sociedad tenemos en manos. Primero: buena parte de la organización popular está siendo cooptada por el crimen organizado. Segundo: el Gobierno no ha sido capaz de comprender los procesos sociales ni plantear soluciones a los problemas de la ruralidad. En esta columna profundizaré en el primer punto y la próxima semana, en el segundo.

Cooptaron la organización social. Desde 2018, la mafia política perdió buena parte del control Estatal, sobre todo de los poderes Ejecutivo y Judicial. Por ello trasladó la guerra a las calles, debilitando la frágil institucionalidad en la que nos sostenemos. Un Estado a la defensiva y quebrado, no puede atender a los sectores más vulnerables. Eso es aprovechado para penetrar e incendiar la organización popular. Dirigentes radicales y células subversivas encuentran eco en oídos de una población históricamente marginada y decepcionada del sistema democrático. La protesta entonces se distorsiona, al punto de convertirla en un secuestro a la sociedad entera, donde la violencia, el caos y el chantaje aumentan la fractura social.

Prácticamente toda la sierra estuvo secuestrada. La protesta evidencia su espíritu delincuencial cuando convierte en blanco a los ciudadanos. Delitos de los que todos fuimos testigos y caben bajo la definición de “terrorismo”, fueron principalmente dirigidos a la población civil. La organización popular no cuenta con recursos para financiar una emboscada de esa magnitud. Ahí entran las mafias y su plan de acción se hace claro: aprovechado el descontento popular y ante una sociedad fracturada, pretendieron tumbar al Gobierno y cooptar nuevamente al Estado. Si bien la fase final del plan fracasó, la guerra está lejos de terminar.

¿Cómo debe reaccionar el Estado?

Su obligación es identificar y desmontar a todas las estructuras criminales mimetizadas en el tejido de la organización social. Mientras escribo este artículo, existen ya más de 200 investigaciones previas por parte de inteligencia policial y militar. La pelota estará muy pronto, en la cancha de la Fiscalía General.