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Al diablo todo lo demás

Avatar del Carlos Andrés Vera

Este sábado en que publico la columna, por fin podré verlos y conectar de nuevo con el amor, la ilusión y la fantasía.

Un gran amigo decía que si la naturaleza fuera perfecta, tendríamos el poder de sanar a los hijos a costa de nuestra salud.

Cuando uno de sus pequeños se rompió el brazo, él sintió el deseo de arrancar el suyo y dárselo, sin importar las consecuencias. “Ese es un error garrafal de la naturaleza, que no puedas hacer eso”, me decía. Mientras lo escuchaba, yo asentía con mi cabeza en señal de acuerdo.

Hoy por la tarde, a una querida amiga la llamaron del colegio de su niña. Su pequeña tenía síntomas de depresión y decía que no le encontraba sentido a la vida. “Lloré unos minutos con todas mis fuerzas. Me subí al carro y fui a salvar a mi hija”, me escribió su mamá después del trance.

Cuando salía del colegio con su hija en brazos le asaltó la misma sensación del día en que -con su nena recién nacida- abandonaba el hospital con su primera hija. Sintió esa incertidumbre que tenemos los padres cuando estamos solos con nuestros hijos la primera vez, pero también esa certeza de que daremos la vida por esa criatura minúscula que ni conocemos y sin embargo amamos tanto.

Ambos testimonios me han estremecido esta semana.

Hoy me he sentado a redactar esta columna con la duda de siempre: qué escribir, cómo aportar, sobre qué iluminar o polemizar.

Me ha invadido, sin embargo, una dulce nostalgia por mis dos pequeños, a los que por temas de trabajo no veo hace tres días.

Solo tres días y ya no aguanto más. Ariel y Felipe son la luz que guía mi vida, pero no siempre se los hago saber con la contundencia que esa certeza merece.

Todas mis causas se relacionan a ellos.

Siempre digo que lucho por el país en que el sueño que crezcan. La gran paradoja es que en esa pelea, uno puede cometer el grave error de descuidarlos.

Este sábado en que publico la columna, por fin podré verlos y conectar de nuevo con el amor, la ilusión y la fantasía.

Los extraño.

Al diablo todo lo demás.