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La enfermedad

Avatar del Carlos Andrés Vera

Quisieras cambiar la realidad pero como es imposible, eliges evitarla

Amas con tu vida a esa persona y un día recibes la noticia de su enfermedad. Intento recapitular esos minutos, después de colgar el teléfono. En los primeros segundos transitas una especie de sueño. Luego te invaden el miedo y una sensación profunda de ausencia y desamparo. Estás llorando y -me doy cuenta ahora- tienes un primer encuentro con otro nivel de oscuridad.

Pasan los días y te preguntas sobre el sentido de las cosas. ¿Para qué? ¿Para qué todo si al final, los asuntos los dirime la enfermedad?

Quisieras cambiar la realidad pero como es imposible, eliges evitarla.

Te refugias en donde se pueda. A veces es un colchón. A veces un lugar. A veces un portal. Lo haces con la falsa ilusión de que algún rato despertarás y habrá terminado la pesadilla. Pero no, no despiertas. La vida no se presenta igual y un letargo te hunde e inmoviliza.

Pasan los meses. Ella ha perdido su pelo. Como una gran paradoja, son vibrantes su vitalidad y su belleza. Está como si nada pasara, honrando la vida como siempre lo ha hecho.

Te sientes un tonto. ¿Cómo puedo estar yo peor que ella, si es a ella a quien la ha visitado la enfermedad? Te nutres entonces de su ejemplo.

Haces un esfuerzo por limpiarte el lodo y levantar la cabeza. Al inicio es forzado, pero poco a poco recuperas la capacidad de percibir la belleza y te sientes menos peleado con el destino así te haya jugado esas cartas. Es ahí cuando te invaden algunas certezas.

Por ejemplo. La adversidad fortalece y transforma. Por ejemplo, cuando la muerte ronda tu cotidianidad y pensamientos, afloran cualidades que te hacen más sensible y humano.

Sí, la muerte te recuerda la belleza de la vida y después de un encuentro con la oscuridad, cuando mayor miedo y dolor experimentaste, viene un encuentro con la luz. Desde esa luz, y hasta que se presente lo inevitable, intento aprovechar los días con una claridad y conciencia que no estaban antes de que nos tomara por asalto esa maldita, esa reveladora, esa puta enfermedad.