Háganlo bien, Aquiles y Pabel

Nada meritorio desde una perspectiva institucional y democrática, por no tratar asuntos más oscuros como la rebelión o la corrupción.
A pocos días de asumir sus cargos, las nuevas autoridades que abanderó el correísmo para administrar las dos ciudades más importantes del país, han presentado sus equipos a cargo de cumplir promesas complejas como resolver temas de seguridad en Guayaquil o lograr que una ciudad asfixiada como Quito, renazca. Más allá de las propuestas, la ideología o la capacidad de administrar lo público por parte de los nuevos alcaldes, existe para mí una interrogante más profunda: ¿van a trabajar para la ciudad o para su partido? Obviamente son dos caminos opuestos. Hay casos que podemos tomar como referencia.
Por ejemplo, la Prefectura en Pichincha, bajo la administración de Paola Pabón, es un claro ejemplo de cómo se administró una institución en función de los intereses del partido y no de la provincia. ¿Por qué? Se reemplazaron funcionarios de carrera por partidarios, saturando a la organización de militantes y reduciendo el número de profesionales del servicio público. Se militó para tumbar al gobierno en octubre de 2019. Se aprovechó la estructura institucional para fortalecer las bases de UNES y los medios públicos bajo su administración derivaron en nuevas versiones de la propaganda que hizo célebres a los hoy prófugos hermanos Alvarado.
Nada meritorio desde una perspectiva institucional y democrática, por no tratar asuntos más oscuros como la rebelión o la corrupción. Si la consigna de las nuevas autoridades es repetir esa fórmula, no es difícil predecir que más allá de cualquier espejismo político, ambas ciudades continuarán su acelerada espiral de decadencia.
¿Y si no?
¿Y si Álvarez y Muñoz comprenden que esta es una oportunidad de oro para construir su propio legado? ¿Y si se sacan el chip de ese expresidente que actúa como un psicópata en Twitter y se colocan el que contiene esa vocación de servicio que los llevó a la política en primer lugar? Ojalá. Para este servidor, el principal dilema que enfrentan los políticos en nuestro país no es ideológico sino ético y es ante la resolución de ese dilema donde sabremos si estamos ante dos líderes o ante dos operarios. Háganlo bien, Aquiles y Pabel.