Iza irá por más
Algunos caminos serán planteados en la próxima columna
En medio del paro, un buen amigo se subió en una moto y se dirigió desde Quito hasta Mulaló, una pequeña parroquia en la provincia de Cotopaxi. Fue para buscar a Zoila, la viejita indígena que crió a su madre y hoy administra una pequeña tienda. Cuando Zoila lo vio, casi entra en pánico. “Venga para acá. Venga para acá. Si a usted lo ven aquí lo van a matar”. Zoila metió a mi amigo en un pequeño rincón de su tiendita. “¿Qué hace usted aquí?”, le preguntó. “Quiero entender qué pasa. Explíqueme qué pasa”, respondió mi amigo. Con la sabiduría y simplicidad de quien ha vivido siempre en el campo, Zoila respondió.
“Verá. Un pobre no ve los precios porque ya sabe exactamente lo que puede comprar todos los días, con dos dólares. Ese ya no compra en el mercado, compra aquí, en la tiendita… y eso le hace sentir que ha progresado. Con dos dólares sabe que le alcanza para una bolsita de aceite. Para tantos panes, tantos tomates, tantas papas. Ellos entran a la tienda y cogen no más lo que saben que les alcanza. Pero últimamente, cuando venían a pagar, ya no les alcanzaba, porque todo subió. Entonces tenían que devolver tanto pan, tanto tomate, el aceite. ¿Sabe usted la humillación que es eso? ¿Lo humillada que se siente una persona cuando ya no le alcanza con lo que siempre le alcanzó y tiene que regresar a la casa sin toda la comida?”
El relato de Zoila sintetiza un país extremadamente desigual. Puede decirse que con suerte apenas 10% de ecuatorianos come con tranquilidad. El resto, debe batallar constantemente por un pan. Si a eso le sumamos la crisis que provocó la pandemia y la inflación mundial, la situación solo se volvió aún más crítica y humillante para buena parte de los ecuatorianos. Leonidas Iza supo capitalizar ese descontento y hoy buena parte de la sociedad está de acuerdo con sus métodos. Eso explica su salida triunfal por el sur de Quito, convertido de pronto en el Robin Hood ecuatoriano. El problema es que nada de lo que logró la Conaie tras el paro, servirá para cambiar la realidad económica de la gente. Y por eso Iza no tendrá más opción que volver a provocar una nueva revuelta en el corto plazo si desea conservar el capital político recientemente ganado.
Se hace entonces más importante que nunca, desactivar el estallido social y comprender la realidad con la claridad con que Zoila la entiende. Algunos caminos serán planteados en la próxima columna.