Un presidente que nos una

Más allá de los discursos, un líder que realmente busque ganarle a las mafias, tendrá que inspirar y unificar a una sociedad...
Esta mañana en los chats de amigos hemos compartido la clásica charla previa a una elección.
En eso, surgió el tema de las mafias que acosan al país, puntualmente las de la minería ilegal. A esta altura, sabemos todos que esas mafias tienen tentáculos bien metidos en el narcotráfico, las autoridades y la política.
En el chat barajamos algunos nombres de candidatos que podrían enfrentar a esas mafias, con base en sus propuestas y personalidades.
La verdad es que rápidamente nos dimos cuenta de que estábamos metidos en un ejercicio un poco absurdo, ya que el combate en general a las mafias no depende solo de una persona.
La gestión de seguridad del Gobierno saliente ha sido paupérrima. En paralelo, los jueces liberan delincuentes y la Fiscalía no tiene capacidades técnicas ni humanas para atender todos los frentes de manera competente.
Nuestra fuerza pública tiene una capacidad operativa muy, muy reducida.
Y para remate, somos una sociedad fragmentada, que mira este triste espectáculo casi inmóvil y pone la mayoría de los muertos.
Entonces, ¿qué puede hacer un presidente?
Pienso en algo vital: ser un gran unificador.
El combate a las mafias debe ser un propósito nacional y la sociedad está llamada a despertar en torno a ese objetivo común. No tenemos consensos ni siquiera ante algo tan elemental.
Fuera del fútbol y los deportes no hay una narrativa que nos unifique. Somos víctimas de una guerra, pero no somos capaces ni de reconocer al enemigo.
Coludidos en mayor o menor grado con las mafias están políticos, comunidades, ciudadanos y por supuesto, el Estado. Las mafias están organizadas. Los demás somos un verdadero caos.
Más allá de los discursos, un líder que realmente busque ganarle a las mafias, tendrá que inspirar y unificar a una sociedad y a un Estado que no resolverán nada mientas se encuentren dispersos, cooptados, inmóviles y divididos.